martes, 16 de agosto de 2016

EL PODER DEL PENSAMIENTO SU DOMINIO Y CULTURA DE ANNIE BESANT- Capitulo 3 SEGUNDO ESCRITO (TRASMISION DEL PENSAMIENTO)



CAPITULO 3 (SEGUNDO ESCRITO)
TRASMISION DEL PENSAMIENTO

NATURALEZA DE LA MEMORIA
Cuando se establece una relación entre el placer y un objeto determinado, surge el deseo definido de obtener de nuevo ese objeto y repetir el placer. El cuerpo mental, estimulado repite prontamente la imagen del objeto; pues debido a la ley general de que la energía fluye de la dirección de la resistencia menor, la materia del cuerpo mental se moldea muy fácilmente a la forma que con frecuencia se ha tomado ya; esta tendencia a repetir las vibraciones principales, cuando actúa en ellas la energía, es debida a Tamas  , a la inercia de la materia, y es el germen de la Memoria. 
Las moléculas de la materia que se han agrupado, se separan lentamente al actuar en ellas otras energías, pero retienen durante un tiempo considerable la tendencia a asumir de nuevo su mutua relación; si reciben un impulso propio para agruparlos, inmediatamente vuelven a asumir su anterior posesión. Además cuando el conocedor ha vibrado de un modo particular, ese poder de vibración permanece en él, y en el caso del objeto que ocasiona el placer, el deseo por el objeto pone en libertad ese poder, lo impulsa fuera, por decirlo así, proporcionando de este modo el estimulo necesario al cuerpo mental. 
La imagen que así se produce es reconocida por el conocedor, y la atracción del placer le hace reproducir también la imagen del mismo. 
El objeto y el placer son relacionados por la experiencia, y cuando se forma la serie de vibraciones que componen la imagen, surge también la serie de vibraciones que constituye el placer, y éste vuelve a gustarse en ausencia del objeto. 
Esto es la memoria en su forma más sencilla: una vibración, por sí misma iniciada, de igual naturaleza que la que causó el placer, y que reproduce a éste. 
Estas imágenes son menos pasivas, y por tanto menos vividas para el conocedor parcialmente desarrollado, que las causas por el contacto con un objeto externo, porque las pesadas vibraciones físicas prestan mucha energía a las imágenes mentales y de deseos, pero fundamentalmente las vibraciones son materia mental, por el conocedor, de objetos que anteriormente han sido experimentados. 
Esta reflexión puede repetirse - y se repite - una y otra vez en materia cada vez más sutil, sin relación con ningún conocedor separado, y en su totalidad son el contenido parcial de la memoria de Ishvara . 
Estas imágenes de imágenes pueden ser alcanzadas por cualquier conocedor separado en proporción a lo que haya desarrollado en si mismo el "poder de vibración" antes mencionado; lo mismo que en la telegrafía sin hilos, una serie de vibraciones que constituye un mensaje puede ser recogida por un receptor apropiado, esto es, por un receptor capaz de reproducirlas, así también una potencia vibratoria latente en un conocedor, puede hacerse activa por una vibración que le sea semejante, de entre aquellas imágenes cósmicas. 
Estas, en el plano akashico , forman los "anales akashicos" de que se habla a menudo en la literatura teosófica, y perduran lo que la vida del sistema. 
El conjunto de las tres cualidades es el Universo manifestado o existencia condicionada. 
Estas tres cualidades o modos (gunas), de que participa el sujeto de los Vedas, son: 
Sattva (luz, verdad, estabilidad, placer), Rajas (pasión, deseo, dolor), y Tamas (ignorancia, tinieblas, indiferencia). 
Bbagavad Gita, pág. 59. 
Y para más detalles véanse los capítulos XIV, XV y XVIII de la misma obra. En sánscrito: el Espíritu divino que mora en el hombre. Bhagavad Gita, pág. 233 8 Aaha, sinónimo del Eter de los griegos, es la substancia plástica primordial, sutilísima, de la cual es evolucionado el Cosmos. 
Dicha substancia constituye los "anales akashicos", el registro kármico donde quedan eternamente grabados toda clase de actos y pensamientos. Para más explicaciones véase "Anales Akashicos", pág. 171 a la 205 del libro del Leadbeater titulado: "Clarividencia y Clariaudiencia", publicado en español por la "Biblioteca Orientalista" de Barcelona.
MEMORIA Y ANTICIPACIÓN 
Volvamos a nuestro conocedor no desarrollado. 
Cuando la memoria principia a funcionar, la anticipación le sigue pronto, pues la anticipación no es más que la memoria lanzada hacia adelante. 
Cuando la memoria hace volver a gustar un placer experimentado anteriormente, el deseo busca volver a asir el objeto que causó el placer, y cuando se piensa en este goce como el resultado de encontrar ese objeto en el mundo externo y gozar de él, tenemos la anticipación. 
El conocedor detiene su pensamiento en la imagen del objeto y en la imagen del placer, relacionándolos entre si; si a esta contemplación añade el elemento del tiempo, del pasado y del futuro, se le da entonces dos nombres: la contemplación más la idea del pasado es memoria; la contemplación más la idea del futuro es anticipación. 
A medida que estudiamos estas imágenes, principiamos a comprender toda la fuerza del aforismo de Patanjali que para la práctica del Yoga el hombre debe suspender las "modificaciones del principio pensante". 
Considerado desde el punto de vista de la ciencia oculta, cada contacto con el No-Yo modifica el cuerpo mental. 
Parte de la materia de que este cuerpo está compuesto se combina como un cuadro o imagen del objeto externo. 
Cuando se establecen relaciones entre estas imágenes, es pensamiento considerado desde el lado de la forma. Correspondiendo con éste existen vibraciones en el conocedor mismo; y estas modificaciones dentro de él son pensamiento considerado desde el lado de la vida. 
No hay que olvidar que el establecer estas relaciones es la función especial del conocedor, lo que él añade a las imágenes, y que este aditamento cambia las imágenes en pensamientos. 
Las imágenes en el cuerpo mental se parecen mucho en su carácter a las impresiones que en una placa sensitiva hacen las hondas etéreas que se hallan fuera de la luz del espectro y que actúan químicamente en las sales de plata, volviendo a combinar la materia sobre la placa sensible, de suerte que se forman en ella imágenes de los objetos a que ha sido expuesta. Asimismo sucede en la placa sensible que llamamos cuerpo mental: los materiales se vuelven a combinar como una imagen de los objetos con que se ha puesto en contacto. 
El conocedor percibe estas imágenes por medio de sus propias vibraciones respondientes, las estudia y después de cierto tiempo principia a arreglarlas y modificarlas por las vibraciones que desde si mismo lanza sobre ellas. 
Con arreglo a la ley de que hemos hablado, de que la energía sigue la línea de menor resistencia, reforma una y otra vez las mismas imágenes; y mientras se concreta a esta simple reproducción, con la sola adición del elemento del tiempo, tendremos, como ya se ha dicho, la memoria y la anticipación. El pensar concreto es, después de todo, sólo una repetición, en materia más sutil, de las experiencias diarias, con la diferencia de que el conocedor puede detener y cambiar su secuencia, repetirlas, apresurarlas o hacerlas más lentas, según quiere. Puede detenerse en una imagen, cobijarla, mantenerse en ella, y así puede obtener de tal repetido examen de las experiencias, mucho de lo que no advirtió al pasar por ellas, sujeto al incesante movimiento de la rueda del tiempo. 
Dentro de sus propios dominios puede disponer de su tiempo en lo que a la medida del mismo concierne, como hace Ishvara, el Logos, para sus mundos; sólo que no puede escapar a la esencia del tiempo hasta que pueda alcanzar la conciencia Ishvárica, libertándose de los lazos de la materia del mundo. 
RECEPTIVIDAD DEL YO PARA EL NO-YO 
El primer requisito para el pensar competente es una observación atenta y exacta. 
El Yo, como conocedor, debe observar al No-Yo con atención y exactitud, si éste ha de convertirse en lo conocido y fundirse así en el Yo. El segundo requisito es la receptividad y tenacidad en el cuerpo mental, la facultad de ceder pronto a las impresiones y retenerlas una vez hechas. 
En proporción de la atención y exactitud de la observación del conocedor y de la receptividad y tenacidad de su cuerpo mental, se hallará la rapidez de su evolución y la celeridad con que sus potencias latentes se convierten en poderes activos. 
Si el conocedor no ha observado con exactitud la imagen de pensamiento, o si el cuerpo mental, falto de desarrollo, sólo ha sido sensible a las vibraciones más fuertes de un objeto externo, y por consiguiente, sólo ha reflejado una reproducción imperfecta, el material para el pensamiento es impropio y erróneo. Sólo se ha obtenido en un principio el bosquejo general, quedando los detalles borrosos y hasta faltando del todo. A medida que desarrollamos nuestras facultades, a medida que introducimos una materia más sutil en el cuerpo mental, veremos que podemos recibir del mismo objeto externo mucho más de lo que recibíamos en los tiempos de menor desarrollo, encontrando así mucho más en un objeto que lo que antes encontrábamos. Pongamos a dos hombres en un campo en presencia de una espléndida puesta de sol. 
Supongamos que uno de ellos es un campesino poco desarrollado, que no tiene la costumbre de observar la Naturaleza sino en lo que concierne a sus cosechas; que sólo ha mirado al cielo para saber si promete lluvia o sol, sin importarle nada su aspecto sino en lo que hace referencia a su modo de ganarse la vida o a su empleo. 
Supongamos que el otro es un artista, un pintor de genio, lleno de amor por lo hermoso y educado a ver y a gozar de cada matiz y tono de color. Los cuerpos físico, astral y mental del campesino, están todos en presencia de esta brillante puesta de sol, y todas las vibraciones que produce actúan sobre los vehículos de su conciencia; ve diferentes colores en el cielo y observa que hay mucho rojo que promete un hermoso tiempo para el día siguiente, bueno o malo para su cosecha, según sea el caso. Esto es todo lo que saca de ello. 
Los cuerpos físico, astral y mental del pintor están todos expuestos exactamente a las mismas pulsaciones que los del campesino; pero ¡cuán diferente es el resultado! El material más sutil de sus cuerpos reproduce un millón de vibraciones demasiado rápidas y sutiles que no conmueven el material más grosero del otro. Por consiguiente, su imagen de la puesta del sol es muy diferente de la imagen producida en el campesino. Los tonos delicados de color, el matiz que se desvanece en otro matiz, el azul y rosa transparentes, y el verde mar pálido iluminado de reflejos dorados con franjas de púrpura real, todos son gustados con detenido placer, con éxtasis de goce senciente; despiértanse delicadas emociones, el amor y la admiración cámbianse en reverencia y alegría de que existan tales cosas; surgen las ideas de carácter más inspirado, a medida que el cuerpo mental se modifica bajo las vibraciones que actúan en él en el plano mental, del aspecto mental de la puesta de sol. La diferencia de las imágenes no es debida a una causa externa, sino a una receptividad interna. 
No depende de lo externo, sino de la capacidad de responder. No está en el No-Yo, sino en el Yo y sus envolturas. 
Con arreglo a estas diferencias es el resultado que se produce. ¡Cuán poco fluye en el primero! ¡Cuánto fluye en el segundo! Aquí vemos con evidencia sorprendente el significado de la evolución del conocedor. Alrededor nuestro puede haber un universo de hermosura; sus hondas actúan sobre nosotros de todos lados, y, sin embargo, puede ser como si no existieran. Todo lo que está en la mente de Ishvara, el Logos de  nuestro sistema, está actuando sobre nosotros y sobre nuestros cuerpos ahora. Lo que de ello podemos recibir marca el grado de nuestra evolución. Lo que hace falta para el desarrollo no es un cambio fuera de nosotros, sino un cambio dentro de nosotros. Todo nos ha sido ya dado; pero tenemos que desarrollar la capacidad para recibir.
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EL PODER DEL PENSAMIENTO SU DOMINIO Y CULTURA DE ANNIE BESANT- Capitulo 3 PRIMER ESCRITO (TRASMISION DEL PENSAMIENTO)


CAPITULO 3 (PRIMER ESCRITO)
TRASMISION DEL PENSAMIENTO
Todo el mundo, hoy en día, quisiera practicar la transmisión del pensamiento, y sueña con el placer de comunicarse con algún amigo ausente, sin ayuda del telégrafo o del correo. Muchos  creen que pueden verificarlo con poco esfuerzo, y se sorprenden extraordinariamente cuando fracasan en absoluto en sus intentos. 
Sin embargo, es cosa clara que es necesario poder pensar antes de poder transferir el pensamiento, y que hay que poseer algún poder de pensar con fijeza a fin de enviar una corriente de pensamiento a través del espacio. 
Los pensamientos débiles y vacilantes de la mayor parte de la gente sólo causan trémulas vibraciones en la atmósfera del pensamiento, por estar dotadas de la más intima vitalidad, y aparecen y desaparecen a cada minuto sin construir formas definidas. Una forma de pensamiento tiene que ser claramente modelada y bien vitalizada para poderse enviar en cualquier dirección, y lo bastante fuerte para producir, al llegar a su destino, un duplicado de si misma. 
Hay dos métodos de transmisión de pensamiento: uno que pudiera distinguirse como físico y el otro psíquico; uno perteneciente al cerebro lo mismo que a la mente, y el otro sólo a esta última. Un pensamiento puede ser generador por la conciencia, causar vibraciones en el cuerpo mental, luego en el astral, hacer surgir ondas en el etéreo y luego en las moléculas densas del cuerpo físico; estas vibraciones cerebrales afectan al éter físico cuyas vidas marchan hasta llegar a otro cerebro, en cuyas partes, densa y etérea, despiertan vibraciones. 
Este cerebro receptor causa vibraciones en el cuerpo astral, y luego en el mental con él ligados, y las vibraciones en el cuerpo mental despiertan el estremecimiento respondiendo en la conciencia. Tales son las muchas estaciones del arco que recorre un pensamiento, pero este recorrido del arco no es necesario. La conciencia puede, al causar vibraciones directamente al cuerpo mental, lanzar estas vibraciones directamente al cuerpo mental de la conciencia receptora, evitando así la vuelta que se ha descrito. 
Veamos lo que sucede en el primer caso. 
Hay en el cerebro un pequeño órgano, la glándula pineal, cuyas funciones son desconocidas de los psicólogos occidentales y del cual éstos no se ocupan. 
Es un órgano rudimentario en la mayor parte de la gente, pero que está evolucionando, no retrogradando, siendo posible apresurar su evolución hasta que llegue al estado en que pueda ejercer la función que le es propia, y la cual ejecutará en todos en el porvenir. 
Es el órgano para la transmisión del pensamiento tanto como los ojos lo son de la visión y el oído de oír. Si alguien piensa intensamente en una sola idea, con concentración y atención sostenida, llegará a sentir un ligero estremecimiento o sensación de hormigueo en la glándula pineal. 
El estremecimiento tiene lugar en el éter que compenetra la glándula, y causa una ligera corriente magnética que origina la sensación de hormigueo en las moléculas densas de la glándula. Si el pensamiento es bastante fuerte para causar la corriente, entonces el pensador sabe que ha conseguido que su pensamiento llegue a un punto de penetración y fuerza que lo hace capaz de ser transmitido. 
La vibración del éter en la glándula pineal ocasiona ondas en el éter circundante semejantes a ondas de luz, sólo que mucho más pequeñas y más rápidas. Estas ondas se transmiten en todas direcciones poniendo el éter en movimiento y estas ondas etéricas, a su vez, producen ondulaciones en el éter de la glándula pineal de otro cerebro, y de éste son transmitidas al cuerpo astral y al mental en sucesión regular, llegando de este modo a la conciencia. 
Si esta segunda glándula pineal no puede reproducir estas ondulaciones, entonces el pensamiento pasará desapercibido, sin hacer impresión, lo mismo que las ondas de la luz no impresionan el ojo de una persona ciega. 
En el segundo método de transmisión del pensamiento, el pensador después de crear una forma de pensamiento en su propio plano, no lo hace descender al cerebro, sino que lo dirige inmediatamente a otro pensador en el plano mental. 
La facultad de hacer esto de un modo deliberado, implica una evolución mental mucho más elevada que el método físico de transmisión; pues el emisor necesita tener conciencia propia en el plano mental, a fin de poder practicar a sabiendas este poder. Pero tal poder se ejercita constantemente por todos nosotros de un modo indirecto e inconsciente, puesto que todos nuestros pensamientos causan vibraciones en el cuerpo mental, las cuales, dada la naturaleza de las cosas, tienen que propagarse al través de la substancia mental circundante. 
Y no hay razón para limitar el término transmisión del pensamiento a la transmisión consciente y deliberada de un pensamiento particular de una persona a otra. 
Todos nos estamos afectando continuamente unos a otros por estas ondas del pensamiento, puestas en acción sin intención definida, y lo que se llama opinión pública es en gran modo creada de esta manera. La mayor parte de la gente piensa en determinado sentido, no porque hayan pensado cuidadosamente un asunto y llegado a una conclusión, sino porque un gran número de personas piensan así y arrastran a las demás. El pensamiento potente de un gran pensador pasa al mundo del pensamiento y es recogido por mentes receptivas y respondientes. Estas reproducen sus vibraciones, y de este modo fortalecen la oleada de pensamientos, afectando a otros que habían permanecido sin responder a las ondulaciones originales. Estas, contestando a su vez, aumentan aún más la fuerza de las ondas; las cuales con esta mayor potencia afectan grandes masas de gente. La opinión pública, una vez formada, ejerce gran dominio sobre las mentes de la gran mayoría, chocando incesantemente en todos los cerebros y despertando en ellos ondulaciones respondientes. Hay también ciertos modos nacionales de pensar, canales indefinidos y profundos que resultan de la continua reproducción durante siglos de pensamientos semejantes, que provienen de la historia, de las luchas y de las costumbres de una nación. 
Estos canales modifican y dan colorido especial a todas las mentes nacidas en la nación, y todo lo que viene de afuera de la misma es cambiado por aquel grado de vibración nacional. Todos los pensamientos que nos llegan del mundo externo, son modificados por nuestros cuerpos mentales, y cuando los recibimos percibimos sus vibraciones, con mas nuestras propias vibraciones normales -una resultante-, y lo mismo sucede con las naciones, al recibir impresiones de otros países, las reciben igualmente modificadas por su propio grado de vibración nacional. 
De aquí que los ingleses y franceses y los boers ven los mismos hechos, pero añaden a ellos sus propias preocupaciones, y con toda buena fe se acusan mutuamente de falsificar los hechos y de practicar una conducta impropia. 
Si esta verdad y su existencia inevitable fuesen reconocidas, muchas reyertas internacionales se suavizarían más fácilmente que lo que ahora sucede, muchas guerras se evitarían, y las que se entablan terminarían con más facilidad. 
Entonces cada nación reconocería lo que se llama a veces "la ecuación personal", y en lugar de censurar a la otra su diferencia de opinión, cada una buscaría el término medio de la contraria, sin insistir por completo en la suya propia. 
La cuestión perfectamente práctica para el individuo que plantea este conocimiento de tal continua y general transmisión del pensamiento es: ¿Cuánto bueno puedo ganar y evitar de malo, viendo que tengo que vivir en una atmósfera mezclada, donde oleadas de pensamientos buenos y malos están en actividad y chocando contra mi cerebro? ¿Cómo preservarme contra las transmisiones de pensamientos dañosos, y cómo aprovecharme de los benéficos? El conocimiento del modo cómo obra el poder de selección, es de vital importancia. 
Cada hombre es la persona que más constantemente afecta su propio cuerpo mental. Otros lo afectan ocasionalmente; pero él lo hace siempre. El orador a quien oye, el autor cuya obra lee, afectan su cuerpo mental. Pero ellos son incidentes en su vida, al paso que él es factor principal. Su propia influencia en la composición del cuerpo mental, es mucho más potente que la de cualquier otro, y él mismo fija el grado de vibración normal de su mente. Los pensamientos que armonizan con ese grado son rechazados cuando tocan la mente. 
Si un hombre piensa verdad, una mentira no se hace sitio en su mente; si piensa amor, el odio no puede turbarle; si piensa sabiduría, la ignorancia no puede paralizarle. Sólo en esto está la salvación, el poder verdadero.
No debe permitirse que la mente permanezca como terreno labrado vacío, porque entonces cualquier semilla de pensamiento puede arraigar en él y desarrollarse; no debe permitirse que vibre como quiera, porque esto significa que responderá a cualquier vibración que pase. 
En esto consiste la lección práctica. 
El hombre que la lleve a cabo encontrará pronto su valor, y descubrirá que por el pensar, la vida puede hacerse más noble y dichosa, y que es una verdad que por la sabiduría pondremos fin al dolor. 
LOS PRINCIPIOS DEL PENSAMIENTO 
Pocos, fuera del círculo de los estudiantes de Psicología, se han preocupado gran cosa respecto de la cuestión de "como se origina el pensamiento". Cuando venimos al mundo nos encontramos en posesión de una gran masa de pensamiento ya formada, un gran acopio de lo que se llama "ideas innatas", Estos son conceptos que traemos con nosotros al mundo, son los resultados condensados o resumidos de nuestras experiencias en vidas anteriores a la presente. Con este acopio mental de que disponemos principiamos nuestras transacciones en esta vida, y el psicólogo nunca puede estudiar por la observación directa los principios del pensamiento. 
Puede, sin embargo, aprender algo observando al niño; pues asimismo como el nuevo cuerpo físico recorre en la vida prenatal la larga evolución física del pasado, así el nuevo cuerpo mental atraviesa rápidamente los grados de su largo desarrollo. 
Si se observa atentamente a un niño, se verá que las sensaciones respuesta a los estímulos por sentimientos de placer o de dolor, y primitivamente por los últimos  preceden a toda señal de inteligencia. Antes del nacimiento, el niño fue sostenido por las fuerzas de vida que fluían a través del cuerpo de la madre. 
Al entrar en una existencia independiente, éstas son excluidas. La vida exhala del cuerpo y ya no se renueva; a medida que disminuyen las fuerzas vitales, siéntese la necesidad, y esta necesidad es dolor. La situación de tal necesidad procura quietud y placer, y el niño vuelve a caer en la inconsciencia. 
Al poco tiempo la vista y el sonido despiertan sensaciones, pero todavía no se presenta ninguna señal de inteligencia. 
La primera que aparece es cuando la presencia o la voz de la madre o de la nodriza se relaciona con la satisfacción de la siempre recurrente necesidad, con el placer que proporciona el alimento; el enlace de un objeto externo con la sensación causada por el mismo, es la primera impresión de la inteligencia, el primer pensamiento, técnicamente una percepción. 
La esencia de esto es el establecimiento de una relación entre una conciencia, un Jivatma, y un objeto, y dondequiera que se establece esa relación, el pensamiento existe. 
Este hecho sencillo y siempre comprobable, puede servir como un ejemplo general del principio del pensamiento en un Yo separado; en tal Yo separado, las sensaciones preceden a los pensamientos; la atención del Yo se despierta por la impresión que se hace en él y al que responde con un sentimiento. 
El sentimiento macizo de la necesidad, debido a la disminución de la energía vital, no despierta por si mismo el pensamiento; pero esta necesidad es satisfecha por el contacto de la leche que causa una impresión local definida, impresión seguida por un sentimiento de placer. Después que esto se ha repetido muchas veces, el Yo se asoma al exterior, vagamente, a tientas; al exterior a causa de la dirección de la impresión que ha venido de afuera. La energía de la vida fluye de este modo al cuerpo mental y lo vivifica, de suerte que refleja en un principio débilmente el objeto que, al ponerse en contacto con el cuerpo, ha causado la sensación. 
Esta modificación en el cuerpo mental, repetida una y otra vez, estimula al Yo en su aspecto de conocer y vibra en correspondencia. 
El ha sentido necesidad, contacto, placer, y con el contacto una imagen se presenta, siendo afectada la vista lo mismo que los labios, dos impresiones de los sentidos que se mezclan. 
Su naturaleza propia inherente enlaza juntos los tres, la necesidad, la imagen contacto y el placer, y este enlace es pensamiento. Mientras que así no responda, no existe allí pensamiento alguno; el Yo es el que percibe, no ningún otro inferior. Esta percepción particulariza el deseo, que cesa de ser un vago anhelo por algo, y se convierte en un deseo definido por una cosa especial: la leche. Para la percepción necesita revisión, pues el Conocedor ha asociado tres cosas, una de ellas tiene que ser separada: la necesidad. 
Es insignificativo que en una etapa primitiva la vista de la nodriza despierte la necesidad; es el conocedor despertando la necesidad cuando aparece la imagen con aquella asociada; el niño, que no tiene hambre, llorará por el pecho al ver a la madre, más tarde esta errónea relación se rompe, y la nodriza es asociada con el placer como causa, y vista como el objeto del placer. El deseo hacia la madre se establece de este modo, y luego se convierte en otro estimulo del pensamiento. 
RELACION ENTRE SENSACIÓN Y EL PENSAMIENTO 
En muchos libros de psicología, tanto orientales como occidentales, se especifica claramente que todo pensamiento tiene su raíz en la sensación, que hasta que se hayan acumulado un gran número de sensaciones, el pensar no puede existir. 
"La mente, tal cual la conocemos - dice H. P. Blavatsky -, puede resolverse en estados de conciencia de variable duración, intensidad, complejidad, etc., fundándose todo, en último término, en la sensación" 
Algunos escritores han ido aún más lejos, declarando que no sólo son las sensaciones el material con que se construyen los pensamientos, sino que los pensamientos son producidos por las sensaciones, negando de este modo al Pensador y al Conocedor. Otros, en el extremo opuesto, consideran al pensamiento como resultado de la actividad del pensador, iniciando desde el interior en lugar de recibir su primer impulso desde fuera, siendo las sensaciones los materiales sobre los cuales emplea su capacidad inherente específica propia, pero no una condición necesaria de su actividad. Cada una de estas dos opiniones - que el pensamiento es puramente producido de las sensaciones, y que el pensamiento es tan sólo producto del conocedor- son en parte verdad; pero la verdad entera se encuentra entre los dos. Al paso que es necesario, para el despertamiento del conocedor, que las sensaciones obren sobre él desde fuera, y bien que el primer pensamiento se produce a consecuencia de impulsos del sentimiento sirviendo las sensaciones como su antecedente natural; sin embargo, si no hubiese una capacidad inherente para enlazar las cosas, si el Yo no fuese conocimiento en su propia naturaleza, las sensaciones podrían presentársele constantemente sin que se produjese nunca un solo pensamiento. 
Sólo es la mitad de la verdad que los pensamientos tengan sus principios en las sensaciones; tiene que existir el poder de organizarlas y de establecer entre unas y otras lazos de unión, relaciones, así como también entre ellas y el mundo externo. 
El Pensador es el padre, el Sentimiento la madre, el Pensamiento el hijo. Si los pensamientos tienen su principio en las sensaciones y éstas son causadas por choques externos, entonces es de la mayor importancia que cuando las sensaciones surjan del Yo como consciente, la naturaleza y extensión de estas sensaciones sean exactamente observadas por el Yo como conocedor. 
La primera función del conocedor es observar; si no hubiese nada que observar, permanecería siempre dormido; pero cuando se le presenta un objeto, cuando como perceptor tiene conciencia de un choque, entonces como observador observa. De la exactitud de su poder de observar depende el pensamiento que tiene que formar de todas esas observaciones unidas. 
Si observa erróneamente, si entabla una relación equivocada entre el objeto que ocasionó el choque y él mismo, como observador del Choque, entonces a consecuencia de este error, sobrevendrán en su propia obra un número de errores subsiguientes que nada podrá enmendar sino retrocediendo al principio mismo. Veamos ahora cómo funciona la sensación y la percepción en un caso especial. 
Supongamos que siento un choque en la mano: el contacto causa una sensación; el reconocimiento de lo que causó la sensación es un pensamiento. Cuando siento un contacto, percibo una sensación, y no hay necesidad de añadir nada en la que se refiere puramente a esta sensación; pero cuando el sentimiento pasó al objeto que lo causó, percibo el objeto y tal percepción es un pensamiento. Esta percepción significa que como conocedor reconozco una relación entre yo mismo y ese objeto, por cuanto ocasionó cierta sensación en mi Yo. 
Esto, sin embargo, no es todo lo que sucede; pues también experimento otras sensaciones de color, de suavidad, de calor, de contextura, etc.; éstos me son también transmitidos como conocedor, y ayudado por la memoria de impresiones semejantes recibidas otras veces o sea comparando imágenes pasadas con la imagen del objeto que toca a mi mano -, decido respecto de la clase de objeto que la ha tocado. 
En la percepción de las cosas que nos hacen sentir, está el principio del pensamiento; poniendo esto en los términos metafísicos ordinarios, diremos: la percepción del No-Yo es el principio de la cognición. El sentimiento por sí solo no podría dar la conciencia del No-Yo; sólo habría en el Yo el sentimiento del placer o del dolor, una conciencia interna de expansión y contracción. 
No seria posible una evolución superior si el hombre no pudiese hacer más que sentir; pues sólo cuando reconoce los objetos como causas, es cuando principia su educación humana. 
Del establecimiento de una relación consciente entre el Yo y el No-Yo depende toda la evolución futura, y esta evolución consistirá en gran parte en que estas relaciones sean más y más numerosas; más y más complicadas y más y más exactas de parte del conocedor. 
El conocedor principia su desenvolvimiento externo cuando la despertada conciencia, sintiendo placer o dolor, vuelve su mirada al mundo externo y dice: "Este objeto me causa placer; aquel otro me causa dolor". Hay que experimentar un gran número de sensaciones antes de que el Yo conteste externamente a todo. 
Luego viene un tanteo torpe y confuso por el placer, debido a un deseo en el Yo senciente de experimentar una repetición de aquél. Y éste es un buen ejemplo del hecho mencionado antes, de que no existe solamente el sentimiento ni puramente el pensamiento; pues el deseo por la repetición de un placer "implica que la imagen del placer permanece, por más débilmente que sea, en la conciencia y esto es memoria y pertenece al pensamiento. Durante largo tiempo, el Yo medio vaga de una cosa a otra, chocando contra el No-Yo de un modo accidental, sino que la conciencia imprima una dirección determinada a estos movimientos, experimentado ya el placer, ya el dolor, sin percibir su causa. Sólo cuando esto se ha experimentado durante largo tiempo, es cuando es posible la percepción antes mencionada y el principio de la relación entre el conocedor y lo cognoscible.
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EL PODER DEL PENSAMIENTO SU DOMINIO Y CULTURA DE ANNIE BESANT- Capitulo 2 (EL CREADOR DE LA ILUSION )


CAPITULO 2 

EL CREADOR DE LA ILUSION 
Una vez que ha llegado a permanecer indiferente a los objetos de percepción, el discípulo debe buscar el Rajha de los Sentidos, el Productor del Pensamiento, aquel que la ilusión despierta.
"La Mente es el gran destructor de lo Real". 
Así ha escrito en uno de los fragmentos 4 traducidos por H. P. B., del Libro de los preceptos de Oro, ese exquisito poema en prosa que es una de sus más selectas dádivas al mundo. 
Y no hay titulo más significativo para la mente que éste el "Creador de la Ilusión". La mente no es el Conocedor, y debe siempre distinguirse cuidadosamente de éste. 
Muchas de las confusiones y dificultades que llenan de perplejidad al estudiante, se originan de que no recuerda la distinción entre el que conoce y la mente, la cual es un instrumento para obtener el conocimiento. 
Es como si el escultor estuviese perfectamente identificado con su cincel. La mente es fundamentalmente dual y material, estando constituida por el Cuerpo Causal y Manas, la Mente abstracta, y por el Cuerpo Mental y Manas, la mente concreta - Manas mismo siendo una reflexión en la materia atómica de aquel aspecto del Yo que es conocimiento. 
Esta mente limita el Jivatman, el cual, a medida que aumenta la propia conciencia, se encuentra impedido por ella por todos lados. Así como un hombre que para ejecutar determinada cosa se ponga unos guantes gruesos encuentra que sus manos han perdido mucha parte de su poder de sensación, su delicadeza de tacto, su habilidad para recoger objetos pequeños, siendo sólo capaces de agarrar objetos grandes y de sentir fuertes contactos, así sucede con el Conocedor cuando se reviste de la mente. La mano está allí lo mismo que el guante, pero sus facultades han menguado grandemente en el Conocedor, está allí lo mismo que la mente, pero sus poderes se hallan muy limitados en su expresión. Limitaremos el término de manas en los párrafos que siguen, a la mente concreta - el cuerpo mental y manas. La mente es el resultado del pensar pasado, y se modifica constantemente por el pensar presente; es una cosa precisa y definida, con ciertos poderes e incapacidades, fuerza y debilidad, que son las resultantes de actividades en vidas anteriores. Es tal como la hemos hecho; no podemos variarla sino lentamente; no podemos trascenderla por un esfuerzo de voluntad; no podemos echarla a un lado, ni quitarle instantáneamente sus imperfecciones. 
Tal como es, nos pertenece; es una parte del No-Yo apropiada
y moldeada para nuestro propio uso, y sólo por medio de ella podemos conocer. Todos los resultados de nuestro pensar pasado están presentes en nosotros como mente, y cada mente tiene su grado propio de vibración, su esfera propia de vibración, y se halla en estado de perpetuo movimiento, ofreciendo series de pinturas siempre cambiantes. 
Todas las impresiones que nos vienen de fuera son hechas en esta esfera ya activa, y la masa de las vibraciones existentes modifica y es modificada por la nueva recepción. 
La resultante no es, por tanto, una reproducción exacta de la nueva vibración, como una combinación de ella con las vibraciones que ya están actuando. Formando otro ejemplo de la luz, diremos que si ponemos un trozo de cristal ante nuestros ojos y miramos objetos verdes, éstos nos aparecerán como negros. Las vibraciones que nos dan la sensación de lo encarnado son cortadas por las que nos dan la sensación de lo verde, y el ojo se engaña viendo un objeto como negro. 
Lo mismo sucede si miramos un objeto azul por un cristal amarillo: lo vemos como negro; en cada caso un medio de color causará una impresión del color diferente de la del objeto mirado con los ojos al desnudo. Aun mirando las cosas con el ojo desnudo, se ven algún tanto distintas, pues el ojo mismo modifica las vibraciones que recibe más de lo que la gente se imagina. La influencia de la mente, como medio por cuyo conducto el Conocedor mira al mundo externo, es muy semejante a la del cristal de color con relación a los colores de los objetos que se ven a través de él. 
El Conocedor se halla tan inconsciente de esta influencia de la mente, como un hombre que jamás hubiese visto sino por medio de cristales encarnados o amarillos, lo estaría de los cambios que tales cristales verificarían en los colores de un paisaje. En este sentido, tan claro como superficial, es como se llama a la mente el "Creador de la Ilusión". 
Nos presenta sólo imágenes desnaturalizadas, una combinación de sí misma con los objetos externos. En este sentido mucho más profundo es, verdaderamente, el "Creador de la Ilusión", por cuanto hasta estas imágenes desnaturalizadas no son sino imágenes de apariencias, no de realidades; sombras de sombras es todo lo que nos presenta. 
Pero a nuestro objeto presente nos basta considerar las ilusiones causadas por su propia naturaleza. 
Muy diferentes serian nuestras ideas del mundo si pudiéramos conocerlo tal como es, aun en su aspecto fenomenal, en lugar de por medio de las vibraciones modificadas por la mente. Y esto no es en modo alguno imposible, aunque sólo puede hacerse por aquellos que han hecho grandes progresos en el dominio de la mente. Las vibraciones de la mente pueden paralizarse retirando la conciencia de ella; un choque de afuera formará entonces una. imagen que corresponderá exactamente a ella misma, porque las vibraciones serán idénticas en cualidad y cantidad, sin mezcla con las vibraciones pertenecientes al observador. O bien la Conciencia puede exteriorizarse y animar como alma el objeto observado y experimentar así directamente sus vibraciones. 
En ambos casos se tiene un verdadero conocimiento de la forma. También puede conocerse la idea, en el mundo de los noumenos, de la cual la forma expresa el aspecto fenomenal; pero esto sólo puede hacerse por la conciencia funcionando en el cuerpo Causal, el Karana Shaira, sin los impedimentos de la mente concreta de los vehículos inferiores. 
La verdad de que sólo conocemos nuestras impresiones de las cosas y no las cosas mismas, excepto como se ha explicado antes, es de vital interés cuando se aplica en la vida práctica. Enseña la humildad y la precaución, así como el deseo de prestar atención a las ideas nuevas. Perdemos nuestra certeza instintiva, de que tenemos razón en nuestras observaciones, y aprendemos a analizarnos antes de decidirnos a condenar a otros. Un ejemplo puede servir para hacer esto más claro: Encuentro una persona cuya actividad vibratorio se expresa de un modo complementario al mío. Cuando nos encontramos nos extinguimos mutuamente; de aquí que no nos agrademos el uno al otro, no vemos nada el uno en el otro y cada uno se sorprende de que fulano crea al otro tan inteligente cuando mutuamente nos  encontramos tan estúpidos. 
Ahora bien: si yo he adquirido algún conocimiento de mi mismo, esta sorpresa ya no tendrá lugar en lo que a mi concierne. 
En lugar de creer que el otro es estúpido, me preguntaré: ¿Qué es lo que falta en mi que no puedo responder a sus vibraciones? Ambos vibramos, y si yo no puedo comprender su vida y pensamiento, es porque no puedo reproducir sus vibraciones. ¿Por qué habría yo de juzgarle desde el momento en que ni siquiera puedo conocerle hasta que me modifique lo bastante para poder recibirle? Nosotros no podemos modificar mucho a los demás, pero podemos modificarnos mucho a nosotros mismos: y deberíamos estar constantemente tratando de llegar a ser como la luz blanca, en la que todos los colores están presentes, que no desnaturaliza ninguno porque no rechaza ninguno, y tiene en si misma el poder de responder a todos. Podemos medir nuestra proximidad a la blancura por nuestro poder de responder a los caracteres más diversos. 
EL CUERPO MENTAL Y EL MANAS 
Podemos ocuparnos ahora de la composición de la mente, como órgano de la Conciencia en su aspecto de Conocedor, y ver cómo es esta composición, cómo hemos formado la mente en el pasado y cómo la podemos modificar en el presente. 
La mente, por el lado de la vida, es manas, y manas es la reflexión en la materia atómica del tercer plano o plano mental del aspecto cognoscitivo del Yo del Yo como Conocedor. 
Por el lado de la forma, presenta dos aspectos que condicionan separadamente la actividad de manas: la conciencia que funciona en el plano mental. Estos aspectos son debidos a las agregaciones de la materia del plano atraída alrededor del centro atómico vibratorio. A esta materia, por su naturaleza y uso, le damos el nombre de substancia mental o substancia de pensamiento. 
Constituye una gran región del universo, que compenetra la materia astral y la física y existe en siete subdivisiones, como sucede con los estados de materia en el plano físico; sólo responde a aquellas vibraciones que vienen del aspecto del Yo, que es el Conocimiento, y este peculiar aspecto le impone su carácter especifico. El primer -y más elevado- aspecto de la mente del lado de la forma, es el que se llama el cuerpo Causal o Karana Shaira. Se compone de materia de la quinta y sexta subdivisión del plano mental, correspondientes a los éteres más sutiles del plano físico. 
Este cuerpo Causal está muy poco desarrollado en la mayor parte de la humanidad en el estado presente de la evolución, por no ser afectado por las actividades mentales dirigidas casi sólo a los objetos externos, por tanto, podemos dejarlo a un lado, a lo menos por ahora. Es, en una palabra, el órgano para el pensamiento abstracto. El segundo aspecto es llamado el cuerpo mental, y se compone de materia de pensamiento perteneciente a las cuatro subdivisiones inferiores del plano mental, correspondientes a los éteres inferiores y a los estados gaseosos, líquido y sólido de la materia en el plano físico. Verdaderamente pudiera llamársele el cuerpo mental denso. Los cuerpos mentales muestran siete grandes tipos fundamentales, cada uno de los cuales incluye las formas en todos sus grados de desarrollo, y todos evolucionan y se desenvuelven bajo las mismas leyes. El comprender y aplicar estas leyes es cambiar la evolución lenta de la naturaleza en el rápido crecimiento efectuado por la inteligencia que se determina. De aquí la gran importancia de su estudio. 
LA CONSTRUCCION Y EVOLUCION DEL CUERPO MENTAL
El método por el cual la conciencia construye su vehículo, es el de aquellos que deben comprenderse con toda claridad, porque cada día y hora de nuestra vida nos presenta oportunidades para aplicarlo a fines elevados. Despiertos y durmiendo estamos edificando nuestros cuerpos mentales; pues cuando la conciencia vibra, afecta la substancia mental que la rodea, y cada vibración de la conciencia, aunque sólo sea debida a un pensamiento fugaz, atrae al cuerpo mental algunas partículas de materia mental, al paso que expele otras. 
La materia circundante también ondula, sirviendo así de medio para afectar otras conciencias. Ahora bien, lo delicado o lo grosero de la materia que de este modo es apropiada depende de la calidad de las vibraciones que la conciencia pone en acción. Pensamientos puros y elevados están compuestos de vibraciones rápidas, y sólo pueden afectar los grados sutiles de la materia mental. Los grados groseros permanecen insensibles porque no pueden vibrar con la rapidez necesaria. Cuando un pensamiento así hace vibrar al cuerpo mental, expélense de éstas partículas de la materia más groseras, las cuales son reemplazadas por las partículas de grados más sutiles; y de este modo se forman mejores materiales en el cuerpo mental. De igual manera, los pensamientos bajos y malos atraen dentro del cuerpo mental los materiales más groseros, propios para su expresión, y estos materiales repelen y echan fuera las clases más finas. De esta manera las vibraciones de la conciencia están expeliendo una clase de materia y atrayendo otra. 
Y de esto se sigue, como consecuencia necesaria que con arreglo a la clase de materia que hayamos construido en nuestros cuerpos mentales en el pasado, así será nuestra facultad para responder a los pensamientos que ahora nos llegan de afuera. 
Si nuestros cuerpos mentales están compuestos de materia sutil, los pensamientos groseros y malos no tendrán respuesta, y por lo tanto, no pueden causarnos daño alguno; al paso que si están formados de materiales groseros serán afectados por cada pasajero pensamiento malo, permaneciendo insensibles a los buenos de los que no recibe beneficio alguno. 
Cuando nos ponemos en contacto con alguien cuyos pensamientos son elevados, sus vibraciones mentales, actuando en nosotros, despiertan vibraciones en aquella materia de nuestros cuerpos mentales que sea capaz de responder y estas vibraciones perturban y hasta expelen alguna de aquellas materias demasiado groseras para vibrar a ese alto grado de actividad. 
El beneficio, pues, que de él recibimos, depende en gran modo de nuestro propio pensar anterior, y nuestra "comprensión" de él, nuestra facultad de responder, está condicionada por nuestros cuerpos mentales. No podemos pensar el uno por el otro; él no puede pensar sino por sus propios pensamientos, causando así las vibraciones correspondientes en la materia mental circundante, la cual actúa en nosotros, despertando en nuestros cuerpos mentales vibraciones simpáticas. 
Estas afectan la conciencia. 
El pensador externo sólo puede afectar nuestra conciencia despertando estas vibraciones en el cuerpo mental. Pero no siempre sigue una comprensión inmediata a la producción de tales vibraciones causadas desde afuera. 
Algunas veces el efecto se asemeja al del sol, la lluvia y la tierra sobre la semilla enterrada en el suelo. En un principio no hay contestación visible a las vibraciones que actúan sobre las semillas; pero allí dentro hay un pequeñísimo estremecimiento de la vida que la anima, y este estremecimiento se hará más fuerte cada día, hasta que la vida en evolución rompe la corteza de la semilla y echa pequeñas raíces y brotes luego que se desarrolla. 
Así sucede con la mente. 
La conciencia vibra débilmente dentro de sí misma antes de poder dar una contestación externa a los choques que recibe, y cuando no somos aún capaces de comprender a un noble pensador, hay sin embargo, dentro de nosotros una vibración inconsciente que es el predecesor de la respuesta consciente. Cuando nos alejamos de una gran presencia, nos encontramos un poco más próximos a la elevada vida pensante que de él fluye, que lo que lo estábamos anteriormente, y en nosotros se habrá apresurado el desarrollo de gérmenes de
pensamiento, al paso que nuestras mentes habrán sido auxiliadas en su evolución. Así, pues, algo puede hacerse desde afuera que contribuya a la formación y evolución de nuestras mentes; pero la mayor parte tiene que provenir de las actividades de nuestra propia conciencia; y si queremos tener cuerpos mentales fuertes, bien vitalizados, activos, que puedan comprender los pensamientos más elevados que se nos presenten, debemos entonces trabajar con firmeza en pensar bien, pues somos nuestros propios constructores y moldeamos nuestras propias mentes. 
Muchas personas son grandes lectores. Ahora bien; la lectura no forma la mente; sólo la construye el pensamiento. 
La lectura sólo es valiosa en el sentido de que proporciona material para pensar. Un hombre puede leer mucho, pero su desarrollo mental estará en proporción de la cantidad de pensamiento que emplea en la lectura. 
El valor para él del pensamiento que lee depende del uso que hace de él. A menos que no coja el pensamiento y trabaje en él, su valor será para él insignificante y pasajero. 
"La lectura completa al hombre", dijo Lord Bacon, y con la mente sucede lo que con el cuerpo. 
El comer llena el estómago; pero así como el alimento es inútil para el cuerpo si no se digiere y asimila, del mismo modo la mente puede llenarse con la lectura; pero a menos de que haya pensamiento no hay asimilación de lo que se lee, y la mente no se desarrolla con ello; pero aún, es posible que sufra por estar sobrecargada, y que más bien se debilite que fortalezca bajo el peso de ideas no asimiladas. 
Debemos leer menos y pensar más si queremos que nuestras mentes crezcan y que nuestra inteligencia se desarrolle. 
Si tenemos verdadero interés en cultivar nuestras mentes deberemos emplear a diario una hora en el estudio de un libro serio y trascendental, y por cada cinco minutos de lectura pensar diez, y así durante toda la hora. El modo usual es leer rápidamente durante todo el tiempo, y luego poner el libro a un lado hasta que llega otra vez la hora de lectura. 
De aquí que la gente desarrolle poco el poder del pensamiento. Una de las cosas más marcadas en el movimiento teosófico es el desarrollo mental que se observa año tras año en sus individuos. 
Esto se debe en gran parte al hecho de que se les enseña la naturaleza del pensamiento, principian a comprender un poco sus funciones, y se dedican a construir sus cuerpos mentales en lugar de dejarlos que se desarrollen por el proceso natural no ayudado. 
El estudiante ansioso de crecimiento debe determinarse a no dejar pasar un solo día en el cual no lea por lo menos cinco minutos y dedique diez a pensar con todo interés en lo que ha leído. Al principio encontrará esfuerzo pesado y trabajoso, y descubrirá la debilidad de su poder pensante. 
Este descubrimiento señala su primer paso, pues es mucho descubrir la propia impotencia para pensar consecutivamente y con ahínco. Las personas que no pueden pensar, pero que se imaginan que pueden, no hacen grandes progresos. 
Es mejor conocer la propia debilidad que imaginarse ser fuerte cuando se es débil. Gradualmente el poder del pensamiento crece, se llega a dominar y a poderlo dirigir a fines definidos. Sin este pensar, el cuerpo mental seguirá formado con flojedad y sin organizar; y mientras no se adquiera concentración la facultad de fijar el pensamiento en un punto definido el poder del pensamiento no se ejercitará nada.
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¿ Por qué necesitan un maestro que les enseñe a meditar ?



YO SOY el Buda Amitabha, llegado a ustedes a través de esta mensajera. 
Mucha gente en el occidente no ha escuchado sobre mí. Soy famoso en el occidente como uno de los cinco Dhyani Budas. Soy llamado a servir en uno de los rayos secretos. Pueden llamarme cuando estén atados a sus deseos humanos. Cada deseo humano puede ser superado. Vienen a encarnar para superar sus deseos y deshacerse de ellos. Como regla, todos los deseos están relacionados con el abuso de su energía sexual. Todas las distorsiones que hacen en mi rayo, están relacionadas con la no satisfacción de sus deseos o con deseos superfluos. Mi chakra está localizado entre el chakra de la base de la columna y el chakra del asiento del alma. Este chakra está relacionado con su Ser Crístico. Enseño la práctica de la meditación como algo que puede liberarlos de las emociones y deseos humanos. Es por esto que consideraré que el objetivo de nuestra conversación de hoy se ha cumplido si ustedes pueden dominar cierto entendimiento del significado de la práctica de la meditación, y toman la decisión de realizar esta práctica en su vida. La tarea y objetivo de toda meditación es llegar a un estado de estar sin pensamientos. Absoluta paz en su mente. Cuando logran poner su mente a descansar, armonizan sus sentimientos internos. Logran balancear su naturaleza interna y calmar sus deseos. Mientras que su mente está ocupada con los objetos que los rodean en su mundo físico, no serán capaces de elevar su conciencia a las alturas que les permitirán transitar al otro mundo real y residir ahí. Toda práctica de meditación se dirige a alcanzar el nivel de conciencia que les permitirá ir más allá de los límites de su mundo. Cuando adquieren la habilidad de meditar, obtienen acceso a las energías y conocimiento de los mundos Superiores. Los logros en el campo de la meditación pueden ser diferentes para cada uno de ustedes. Pueden alcanzar diferentes esferas y obtener diferentes ideas de los mundos Superiores, pero lo principal de su práctica será la influencia de las energías del mundo sutil en su conciencia. Esto ocurre sin que su conciencia externa lo note. Sólo reciben la oportunidad de estar en los mundos con vibraciones superiores y saturarse con las energías de estos mundos. Sus mentes cambian gradualmente bajo la influencia de las altas vibraciones de los mundos Superiores. No necesitan conocer todo el mecanismo de cómo sucede. La actividad de las energías de los mundos Superiores puede ser comparada con la influencia del sol en su piel. Solamente se exponen a los tiernos rayos solares y su piel se broncea. En la misma forma, su conciencia se hace lisa bajo la influencia de las energías sutiles, se deshace de sus imperfecciones y se refina, lo que es necesario para la aprehensión de nueva información. Su conciencia se expande y los límites que antes eran un impedimento para darse cuenta de las verdades evidentes, se extinguen. Por supuesto, la práctica de la meditación requiere una considerable cantidad de tiempo y un maestro con experiencia a su lado. Muchos maestros en el oriente que han dominado la práctica de la meditación buscan discípulos y les enseñan estos métodos que ellos mismos han dominado. Se necesitan muchos años para lograr el dominio de la meditación. Este es el camino más corto que puede llevar a ampliar su conciencia. No conozco otro camino que pueda ser tan efectivo. En el curso de la historia, la parte occidental de la humanidad no ha tenido acceso a la práctica de la meditación. En el occidente, se hace énfasis en la oración. Las mejores prácticas de oración llevan a la persona a apagar su conciencia externa, elevan su vibración y entra en contacto directo con las esferas superiores. Esto está acompañado de un intercambio directo de energías con su Ser Superior y con los mundos superiores. Sin embargo, una oración, mientras que lleva alguna carga de significado, muy seguido no le permite a sus mentes apartarse del mundo circundante. Hay una práctica de repeticiones múltiples de oraciones cortas. La repetición automática y sin pensar de las oraciones tiene el mismo efecto que la práctica de repetir mantras. Tal práctica es muy útil por sí misma. Pero puede ser considerada sólo como una etapa preparatoria de la meditación. ¿Por qué necesitan un maestro con experiencia durante el ejercicio de la meditación? Están conscientes de que el mundo invisible tiene diferentes frecuencias vibratorias. Se divide en capas, similares a las de un pastel. El peligro se encuentra en que pueden estar bajo la influencia de energías no muy elevadas y entrar en contacto con seres poco amistosos. Ellos pueden enseñarles cosas no muy buenas y alimentarlos con energías no muy buenas. Todo depende del nivel de conciencia que tengan inicialmente. Si entran en estado de meditación en un estado muy bueno y balanceado, lleno de divinidad y sintonizados con lo Divino, pueden encontrarse bajo la influencia de vibraciones superiores y energías puras. Si van a meditar con deseos e inclinaciones egoístas, en el curso de la meditación recibirán una aceleración de sus características negativas. Sobre todo, todo depende a qué grado son capaces de superar y humillar su ego antes de empezar a meditar. Es por esto que cada práctica de meditación, como todo lo que hay en su mundo, tiene un carácter dual y el efecto que obtienen depende por completo de sus motivos externos, en sus búsquedas internas. Si van a meditar con el objetivo de dominar técnicas que les permitan controlar a la gente o adquirir habilidades que les permitirán ocupar una posición privilegiada en su mundo, entonces en el curso de su meditación crearán karma, porque usarán la energía Divina para la glorificación de su ego. Toda meditación debe ser empezada sólo con una completa humildad hacia la Voluntad de Dios y con un temblor ante su Poder. Sólo cuando sus deseos y motivos son puros, serán capaces de elevar su conciencia a tales vibraciones superiores que puedan tener acceso a las energías Divinas perfectas, que modelarán de ustedes al nuevo ser humano, Divino en su esencia. Entre más tiempo estén meditando, sus vibraciones serán más y más parecidas a los modelos Divinos perfectos. No teman en este caso perder contacto con la realidad, pues tan pronto como salgan del estado meditativo, su conciencia bajará a su plano con la rapidez de un elevador veloz. Necesitarán algún tiempo para restaurar su habilidad para darse cuenta de en dónde están. Inicialmente, será difícil soportar tal cambio de vibraciones. Sienten el estado de zambullirse en la realidad superior por completo. Al principio rechazan sus pensamientos y sentimientos, y se zambullen a la realidad superior. Después de eso, gradualmente vuelven a la realidad de su mundo, vistiéndose con sus pensamientos y sentimientos terrestres. Tal práctica les permitirá constantemente darse cuenta de sí mismos como pertenecientes simultáneamente a dos mundos. Como todas las prácticas, la práctica de la meditación requiere persistencia y regularidad en los ejercicios. Sería ideal si pudieran pasar de una a dos horas por día. Sin embargo, si las condiciones en las que viven en el plano físico no les permiten hacer eso por ahora, entonces pueden empezar haciendo su actividad cada día. Sin embargo, necesitan regularidad y determinación en esta actividad. Estoy consciente de que muchos de ustedes pasan una hora y más leyendo oraciones cada día. Probablemente sea mejor si dedican una parte de su tiempo que pasan leyendo oraciones para la práctica de la meditación. Diremos que unos 15 o 20 minutos al día. Su Ser Superior siempre sabe qué es lo más importante y necesario para el desarrollo de su alma en un momento dado. Por lo tanto, escuchen sus sentimientos internos. Esto les ayudará a no permitir la situación en la que se priven de la práctica de la oración necesaria y así no ser capaces de obtener una meditación de calidad debido a sus limitaciones internas. Hoy he tocado cuestiones muy importantes relacionadas a la práctica de la meditación. Seré feliz si mis exhortos les ayudan a algunos. De hecho, hay mucha gente encarnada en el occidente ahora, que ya han tenido muchas encarnaciones en el oriente en su pasado y han dominado las prácticas de la meditación en su totalidad. En ese caso deben agitar levemente su conciencia para recordar las habilidades que ya tenían en el pasado. Hoy me he dirigido en su mayoría a estas personas. 

YO SOY Buda Amitabha
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