miércoles, 17 de agosto de 2016

Telepatía y el Vehículo Etérico (Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul (Alice A. Bailey) CAPITULO V (LA NATURALEZA DEL ESPACIO)


CAPITULO V 

LA NATURALEZA DEL ESPACIO.
Ciertas amplias generalizaciones respecto al cuerpo etérico pueden ser traídas a colación en este punto. 
Su existencia, en relación a todas las formas tangibles y exotéricas, es aceptada hoy por muchas escuelas científicas; sin embargo, la enseñanza original ha sido modificada a fin de que esté de acuerdo a las teorías usuales de la energía y sus formas de expresión. 
Hoy, los pensadores reconocen de hecho la naturaleza de la energía (empleo los términos "de hecho" premeditadamente); la energía es ya considerada como todo lo que ES; la manifestación es manifestación de un mar de energías, con algunas de las cuales se construyen las formas, otras constituyen el medio en que viven, se mueven y tienen su ser dichas formas, y aun otras animan tanto a las formas como a su medio ambiente sustancial. 
Debe recordarse también que las formas existen dentro de las formas, tal es la base del simbolismo representado en las esferas de marfil talladas por los artífices chinos, donde una bola está dentro de otra, primorosamente talladas, aunque libres y sin embargo confinadas. 
Un ejemplo lo tenemos en nosotros mismos, cuando nos hallamos en una habitación, somos una forma dentro de otra forma; esa habitación es una forma dentro de otra que es la casa, y ésta a su vez es similar a otras casas, colocadas unas sobre otras o al lado de otras, y juntas constituyen una forma mayor. 
Sin embargo, estas diversas formas están compuestas de sustancia tangible que al ser coordinadas y reunidas por algún canon o idea reconocida en la mente de algún pensador crea una forma material. 
Esta sustancia intangible está compuesta de energías vivientes que vibran en estrecha relación; no obstante, tiene su propia cualidad y vida cualificada. 
Gran parte de esto fue considerado en Tratado sobre Fuego Cósmico y sería de utilidad volver a releerlo. 
No lo repetiré aquí porque trato de encararlo de otra manera. Sería útil señalar que todo el universo es etérico y vital por naturaleza, y de una extensión que excede las cifras astronómicas, y está fuera de la comprensión de la mente más aguda de la época, si esta afirmación tiene sentido. 
Esta extensión no es calculable ni siquiera en términos de años luz; dicha zona etérico cósmica es campo de incontables energías y base de todas las computaciones astrológicas; es el escenario de todos los ciclos históricos cósmicos, del sistema y planetarios y está relacionada con las constelaciones, los mundos de los soles, las estrellas más distantes y los numerosos universos conocidos, como también con nuestro propio sistema solar, los innumerables planetas y con este planeta sobre el cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, así como también con la forma más ínfima de vida, conocida por la ciencia y comprendida por ese término sin sentido: "átomo". 
Todo existe en el Espacio, el cual es etérico por naturaleza, y según dice la ciencia esotérica, el Espacio es una Entidad. 
La gloria del hombre reside en el hecho de que es consciente del Espacio y puede imaginar dicho espacio como el campo de la actividad viviente divina, plena de formas inteligentes y activas, cada una ubicada en el cuerpo etérico de esta Entidad desconocida, y todas relacionadas mutuamente por medio del poder, que no sólo mantiene su existencia sino que conserva su posición en relación con las demás; cada una de estas formas diferenciadas posee, no obstante, su propia vida diferenciada, su propia y excepcional cualidad o colorido integral y su propia específica y peculiar forma de conciencia.  
El cuerpo etérico vasto y desconocido, en cuanto a su extensión es de naturaleza ilimitada, y de capacidad estática, hablando comparativamente; conserva una forma fija de la que nada sabemos, la forma etérica de la Entidad desconocida. 
A esta forma la ciencia esotérica da el nombre de ESPACIO; es la zona fija donde toda forma, desde un universo hasta un átomo, encuentra su ubicación. 
Hablamos a veces de un universo en expansión, queriendo significar, en realidad, que es una conciencia que se expande, porque este cuerpo etérico de la Entidad llamada Espacio, es el receptor de muchos tipos de energía penetrante que produce formas, siendo también el campo de la actividad inteligente de las Vidas que moran internamente en el universo, en las numerosas constelaciones, en las distantes estrellas, en nuestro sistema solar, en los planetas que se hallan dentro del sistema y en todo lo que constituye la suma total de estas formas separadas y vivientes. 
El factor que las relaciona no es más que la conciencia, y el campo de percepción consciente es creado mediante la interacción de todas las formas vivientes inteligentes, dentro de la zona del cuerpo etérico de esa gran Vida que llamamos ESPACIO. 
Cada forma dentro del cuerpo etérico es como un centro en un planeta o en un cuerpo humano, y esta semejanza basada sobre lo que he dado aquí respecto a los centros humanos es correcta y puede ser comprobada. 
Cada forma puesto que constituye una zona compuesta de vidas sustanciales o átomos es un centro dentro del cuerpo etérico de la forma, de la cual es parte integrante. 
Como base de existencia tiene un punto dinámico viviente que integra la forma y mantiene su ser esencial. 
Esta forma o centro grande o pequeño, un hombre o un átomo de sustancia está relacionada con todas las otras formas y energías que se expresan en el espacio circundante, siendo automáticamente receptiva para unas y rechazando a otras, por el proceso de no reconocimiento. 
Trasmite o retrasmite las energías que irradian de otras formas y a su vez se convierte en un agente de impresión; por lo tanto podrá verse dónde se unen y fusionan las verdades diferenciadas, obligándonos a usar los mismos términos para expresar las mismas verdades o ideas. 
Además, cada punto de vida dentro de un centro tiene su propia esfera de radiación o su propio y creciente campo de influencia, campo que depende necesariamente del tipo y de la naturaleza de la Conciencia que mora en él. 
Esta interacción magnética, entre los numerosos y extensos centros de energía del espacio, es la base de todas las relaciones astronómicas entre universos, sistemas solares y planetas. 
Sin embargo, recuérdese que el aspecto CONCIENCIA hace que la forma sea magnética, receptiva, repulsiva y trasmutadora; esta conciencia difiere de acuerdo a la naturaleza de la entidad que da forma o actúa a través de un centro, grande o pequeño. 
Recuerden también que aquello que fluye por todos los centros y anima la totalidad del espacio es la vida de una Entidad; es la misma vida que existe en todas las formas, limitada en tiempo y espacio por la intención, el deseo, la forma y la cualidad de la conciencia moradora; los tipos de conciencia son numerosos y diversos, pero la vida es siempre la misma e indivisible, pues es la VIDA UNA.
La esfera de radiación está condicionada siempre por el punto de evolución de la vida dentro de la forma; la vida misma es el factor que correlaciona, integra y relaciona un centro con otro y establece contacto; la vivencia es la base de toda relación aunque esto no sea inmediatamente evidente para el lector; la conciencia cualifica el contacto y colora la radiación. 
Aquí veremos nuevamente la misma triplicidad fundamental, a la que di los nombres de Vida, Cualidad y Apariencia en un libro anterior. (1) En consecuencia una forma es un centro de vida dentro de algún aspecto del cuerpo etérico de la Entidad llamada Espacio, en lo que respecta a una existencia animada y viviente, como la de un planeta. 
Lo mismo ocurre con todas las formas menores, como las que existen sobre y dentro de un plano. 
Este centro contiene en sí un punto de vida relacionado con todas las energías que lo rodean; posee su propia esfera de radiación o influencia, que depende de la naturaleza o fuerza de su conciencia y del factor dinámico condicionador de la entidad que anima su vida mental. 
Estos puntos merecen una cuidadosa consideración. Finalmente, cada centro posee su triángulo central de energías; una de ellas expresa la vida animadora de la forma; otra, la cualidad de su conciencia; mientras la tercera vida integrante y dinámica que mantiene unida la forma y la conciencia en una vivencia expresiva condiciona la radiación de la forma, su sensibilidad o insensibilidad, a la energía circundante, a la naturaleza general de la vida que le da forma, más su capacidad creadora. 
Gran parte de lo que he dado aquí sirve para dilucidar lo que he escrito sobre astrología esotérica; (2) les dará la clave de esa ciencia de relaciones, clave esencial de la astrología, y también de la ciencia de Laya Yoga. 
Esta última ciencia (afortunadamente para la raza aria) ha caído en desuso desde los últimos días de la Atlántida; sin embargo, será restaurada y utilizada en una vuelta más alta de la espiral, durante los próximos quinientos años, cuando sea correctamente interpretada y debidamente restaurada; no se pondrá el énfasis sobre la naturaleza del centro involucrado sino sobre la cualidad de la conciencia, que caracteriza a cualquier centro, que necesariamente condicionará su esfera de radiación. 
De acuerdo a la gran Ley de Correspondencia o Analogía, el estudiante puede aplicar, todo lo que he dado aquí, a cada forma de vida: a un universo, a un sistema solar, a un planeta, a un ser humano o cualquier forma subhumana, y al átomo más insignificante de sustancia (¡y todo lo que para ustedes signifique este último término!) 
Notas: (1) Tratado sobre los Siete Rayos. T. I. (2) Tratado sobre los Siete Rayos. T. III – El Destino de las Naciones.
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Telepatía y el Vehículo Etérico (Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul (Alice A. Bailey) CAPITULO IV (LOS CENTROS Y LA PERSONALIDAD)


CAPITULO IV 
LOS CENTROS Y LA PERSONALIDAD
Consideraré ahora los centros, como factores que controlan la vida de la personalidad en los tres mundos y su mutua relación, estudiando el tema desde el punto de vista de su relación con uno de los tres centros mayores planetarios Shamballa, la Jerarquía y la Humanidad en conexión con: 
1. El Punto en el Centro. 
2. Las Energías Relacionadas. 
3. La Esfera de Radiación. 
4. El Triángulo de Energía. 
El tema es sumamente abstracto; la siguiente afirmación fundamental servirá para esclarecerlo parcialmente; esta afirmación ha sido expresada pocas veces. 
La expondré con la máxima sencillez: Los centros que están debajo del diafragma, por ejemplo el plexo solar, el sacro y el centro de la base de la columna vertebral, son controlados por los cuatro éteres del plano físico planetario; los centros que están arriba del diafragma, el cardíaco, el laríngeo, el ajna y el coronario, son controlados por los cuatro éteres cósmicos a los que damos los nombres de energías de los planos búdico, átmico, monádico y logoico, respectivamente. 
Esta afirmación encierra un sentido nuevo; crea una relación fundamental, haciendo factible el hecho de que así "como es arriba así es abajo". Reflexionen sobre esto. Tiene serias implicaciones. 
Los centros que se encuentran debajo del diafragma durante el proceso evolutivo están controlados por los éteres primero, segundo y tercero, contando de abajo arriba; cuando la evolución ha llevado al aspirante al punto de integración personal, entonces las energías del plano más elevado, el atómico-etérico, pueden controlar y controlan. 
Cuando ello ocurre, existe la posibilidad de que las energías de los planos etérico cósmicos activen, a su máxima expresión, los centros que se hallan arriba del diafragma. Esto sucede en el Sendero del Discipulado y en el de la Iniciación. 
Este interesante proceso de transferencia de energías tiene varios nombres, tales como "sustitución de radiación", "aunamiento energetizante" y "luz inspiradora de energía reflejada". 
Estos términos son ensayos que tienden a expresar en palabras, si bien bastante inadecuadas, lo que sucede cuando las energías superiores son sustituidas por las inferiores; cuando la "atracción" magnética de las energías espirituales eleva y absorbe a las inferiores, relacionadas principalmente con la vida de la personalidad, y cuando la luz reflejada de la Tríada espiritual y de la Gloria monádica son trasferidas a los centros superiores de energía del último vehículo empleado por el ser humano desarrollado. 
Poco se ha dado hasta ahora sobre la relación existente entre los cuatro éteres físicos y los cuatro cósmicos; sin embargo, y el proceso iniciático lo revela, existe una relación directa  entre ellos, y produce también significativos cambios en los vehículos de la humanidad. Además, existe una relación directa entre los cuatro aspectos del Karma (Ley de Causa y Efecto) y los cuatro éteres físicos, lo mismo que en los cuatro éteres cósmicos; más adelante, esta relación constituirá la base de una nueva ciencia esotérica. En consecuencia, el estudiante debe tratar de captar todo lo referente a la energía, sus fuentes emanantes, su método de transferencia o sus procesos de transición y su anclaje en el cuerpo planetario o en el cuerpo físico del individuo. Trataremos algunas de estas ideas, sentando la base para una futura investigación, pero poco puede decirse que sea de utilidad inmediata para el estudiante individual. 
Resulta relativamente fácil enumerar los cuatro éteres cósmicos y clasificar los cuatro éteres del plano físico, tal como los conocemos, y luego afirmar que la persona común está controlada por los centros que se hallan abajo del diafragma, los cuales responden a los éteres del plano físico cuando trasmiten energías desde los tres mundos de la evolución humana, y que los iniciados responden a los éteres cósmicos cuando actúan y despiertan los centros que se hallan arriba del diafragma. Debe recordarse al mismo tiempo que los siete centros en el vehículo etérico del hombre están compuestos de éteres físicos, pero en el Sendero del Discipulado se convierten en vehículos de los éteres cósmicos. 
Para retener esta imagen mental con claridad, sería bueno estudiar brevemente los cuatro aspectos de los centros enumerados anteriormente, o esa totalidad que ellos presentan al ojo del vidente, a saber: 
1. El Punto en el Centro. La "joya en el loto", para usar el término oriental antiguo, es el punto de vida por medio del cual la Mónada se ancla en el plano físico y por lo tanto el principio vida de todos los vehículos transitorios desarrollados, no desarrollados o en proceso de desarrollo. 
Este punto de vida contiene en sí todas las posibilidades, potencialidades, experiencias y actividades vibratorias. Personifica la voluntad de ser, la cualidad de atracción magnética (comúnmente denominada amor) y la inteligencia activa que lleva la vivencia y el amor a su máxima expresión. La afirmación o definición antedicha es de gran importancia. Este punto en el centro constituye, en realidad, todo lo que ES y los otros tres aspectos de la vida tal como han sido enumerados son simples indicios de su existencia. Es aquello que puede retraerse a su Fuente de origen o recubrirse de una capa tras otra de sustancia; es la causa del retorno del así denominado Eterno Peregrino al Hogar del Padre, después de muchos eones de experiencia, y también aquello que permite experimentar y conduce a la eventual experiencia y a la expresión final. Además, es aquello que los otros tres aspectos defienden y los siete principios (manifestándose como vehículos) protegen. Existen siete de estos "puntos" o "joyas" que expresan la naturaleza séptuple de la conciencia, y son llevados cada uno a una expresión vital; los siete subrayos del rayo monádico dominante se manifiestan también en la misma forma, de manera que cada discípulo iniciado, a su debido tiempo, es un Hijo de Dios en plena y externa gloria. 
Llega el momento en que el cuerpo etérico individual está sumergido o se pierde de vista en la luz que emana de estos siete puntos; está matizado por la luz de la "joya en el loto" situada en la cabeza, el loto de mil pétalos. 
Entonces los centros se relacionan entre sí mediante una línea de fuego viviente, y cada uno se expresa plenamente en forma divina.
En el pasado, los instructores han tratado de "aniquilar" los centros que se hallan abajo del diafragma, o transferir sus energías a los centros superiores correspondientes. 
Esto ya lo he insinuado en otros artículos e instrucciones, pues es el modo más exacto para impartir la verdad esencial. 
Estos métodos de expresión son sólo frases simbólicas y exactas, dentro de ese simbolismo; sin embargo, al finalizar el proceso evolutivo cada uno de los centros del cuerpo etérico, sin excepción, son una vívida, vibrante y hermosa expresión de la energía básica que siempre ha tratado de utilizarlos, siendo no obstante energías consagradas a vivir la vida divina y no la vida material; son límpidas, puras y radiantes, y su punto céntrico de luz es de tal fulgor que el ojo físico del hombre apenas puede registrarlo. A esta altura debe recordarse que aunque hay siete puntos, uno en el centro de cada loto, sólo existen tres tipos de "joyas en el loto", porque la Mónada expresa únicamente los tres aspectos mayores de la divinidad, los tres rayos mayores. 
2. Las Energías Relacionadas. Esta expresión se refiere a lo que se denomina los "pétalos" del loto; no consideraré las diferenciaciones de las distintas energías; los escritores orientales y occidentales han puesto demasiado énfasis sobre ello; hay excesiva curiosidad por saber el número de pétalos de cualquier centro, su distribución, color y cualidad. 
Si esto les interesa, pueden indagar en los libros clásicos, pero recuerden que la exactitud de la información no puede ser probada, siendo su utilidad, por lo tanto, muy problemática. Escribo esto para los verdaderos estudiantes y para quienes tratan de vivir la vida del espíritu; la información que buscan los teóricos ha sido dada por mí y por muchos otros exponentes de los tecnicismos de la Sabiduría Eterna. 
Quiero señalar que así como el punto en el centro es el punto de vida y el inmutable, perenne y ETERNO UNO, así las energías o pétalos relacionados indican el estado de conciencia que ese ETERNO UNO, en un punto determinado en tiempo y espacio, puede expresar. 
Éste puede ser el estado de conciencia relativamente subdesarrollado del salvaje, la conciencia del hombre común, la conciencia altamente desarrollada del iniciado hasta el tercer grado o la percepción de mayor vibración del iniciado de grados más elevados. 
Ello siempre tiene que ver con la CONCIENCIA; sólo el punto en el centro tiene que ver con el aspecto vida o primer aspecto; los pétalos se refieren al aspecto conciencia o segundo aspecto, debiendo tenerse esto muy en cuenta.
El estado de conciencia se revela por el volumen, el color y la actividad de las energías que componen los pétalos del loto; su desarrollo y desenvolvimiento está condicionado por los rayos regentes, lo mismo que por la edad y la extensión de la expresión del alma. 
El alcance y la naturaleza del relativo "fulgor" está condicionado por el punto de enfoque en cualquier vida particular y por la tendencia de los pensamientos del alma encarnada; aquí debe recordarse que "la energía sigue al pensamiento". 
El foco natural o punto de polarización puede ser definidamente contrarrestado por la línea de pensamiento del hombre, sea cual fuere, o porque vive consciente o inconscientemente la vida cotidiana. 
Un ejemplo de ello lo tenemos en el hecho de que el enfoque natural del discípulo puede ser el plexo solar, pero, debido a su pensamiento firme e invariable, la energía que maneja puede ser dirigida a uno de los centros que está arriba del diafragma, produciendo así un atrofiamiento temporario de ese centro que se halla debajo, con el consiguiente estímulo de aquello que está sobre esa línea divisoria. De esta manera se producen los cambios necesarios.
Cuando el ciclo de evolución llega a su término y el discípulo iniciado se aproxima a su meta, las energías son vibrantes, están activas y en completo desarrollo; entonces son utilizadas conscientemente como aspectos esenciales del mecanismo de contacto del iniciado. 
Esto se olvida con frecuencia, pues el estudiante piensa exclusivamente en los centros como expresiones de su natural desarrollo, siendo ello de importancia secundaria. 
Los centros son, en realidad, puntos focales, mediante los cuales la energía puede ser distribuida y dirigida hábilmente, a fin de producir el impacto necesario sobre aquellos centros o individuos que el discípulo trata de ayudar. 
Dichos impactos pueden ser estimulados o vitalizados, según la necesidad, o premeditadamente destructivos, ayudando a liberar la sustancia o materia de quien se desea beneficiar. 
Ha llegado el momento de que los estudiantes presten atención al servicio dado por los centros y de enfocar y emplear la energía para servir. 
Aquí se halla involucrado el conocimiento del número de pétalos que forman un centro, porque ello indica el número de energías disponibles para el servicio, es decir, dos, doce, dieciséis energías, etc. 
Poca atención se ha prestado a este punto tan importante que representa el empleo práctico del nuevo ocultismo en la Nueva Era venidera. 
Los símbolos orientales, frecuentemente sobrepuestos en las ilustraciones que representan los centros, deberían ser suprimidos, pues no son de verdadera utilidad para la mente occidental. 
 3. La Esfera de Radiación. 
Evidentemente concierne al radio de influencia o al efecto vibratorio externo de los centros, a medida que gradual y lentamente entran en actividad. 
Dichos centros o sus vibraciones son en realidad lo que crea o constituye el aura del ser humano, aunque esa aura se confunde frecuentemente con la de la salud. 
En vez de la palabra "frecuentemente" casi diría "generalmente", pues sería más correcto. 
El cuerpo etérico manifiesta y condiciona el aura; se supone que demuestra lo que la personalidad es, emocional y mentalmente, indicando a su vez el control que ejerce el alma. Ésta no es una premisa falsa, y quisiera que la recuerden; sin embargo tiene poca importancia, pues el aura indica, en realidad, los centros del sujeto. Por el estudio del aura pueden comprobarse ciertas cosas: 
a. Si el desarrollo se efectúa arriba o abajo del diafragma. 
b. Si los centros están o no desarrollados. 
c. Si la naturaleza de los rayos controladores es suficientemente clara. 
d. Si el punto en el centro y los pétalos del loto están controlados, o si se está logrando el equilibrio. 
e. Si la personalidad se exterioriza y se halla por esto en estado de vivencia, o si se produce un retraimiento debido a la introspección y autocentralización, o si la muerte viene lentamente. 
f. Si la personalidad o el alma ejercen control, o si existe una lucha entre ambas. Podemos ver, por lo tanto, todo lo que el aura puede revelar al individuo que posee la capacidad de interpretarla con exactitud, y el reconocimiento que ustedes deben tener por el hecho de que tal capacidad es muy rara y sólo la posee un Iniciado o un Maestro, cuya naturaleza es AMOR.
La "esfera de radiación" es un poderoso instrumento para el servicio, y el alcance y pureza de su contacto deberían ser cultivados por el discípulo dedicado. 
Existe una verdadera enseñanza esotérica expuesta en El Nuevo Testamento que "la sombra de Pedro curaba al pasar". 
Su aura era de tal naturaleza que ejercía un efecto benéfico en cualquier lugar y a cualquiera que tocara o se pusiera en contacto con él. 
El control que ejercía el Cristo sobre Su aura era tal que "sabía cuando la virtud salía de Él"; también sabía cuándo las energías curativas afluían a través de uno de Sus centros hacia una persona o grupo de personas necesitadas. 
Esta aura, su poder de atracción y su estabilidad mantiene unido a un grupo y hace que un auditorio siga escuchando y también que un individuo sea un factor importante en un determinado aspecto de acercamiento a sus semejantes. 
La "esfera de radiación" es establecida fácilmente por quienes investigan y observan el efecto de la radiación en las personas, en la comunidad o en el medio ambiente. 
Una persona muy emotiva, que actúa a través de un plexo solar super desarrollado e incontrolado, puede destruir un hogar o una institución. 
Doy esto como ilustración. 
Una vida creadora y radiante, que utiliza conscientemente los centros cardíaco y laríngeo, puede inspirar a centenares de personas. Estos puntos son dignos de cuidadosa consideración. No obstante debe recordarse que estos centros se activan por el cultivo de ciertas virtudes principales, y no por la meditación o concentración sobre los centros; son llevados automáticamente a la necesaria condición irradiante por medio del correcto vivir, los pensamientos elevados y la actividad amorosa. 
Estas virtudes podrán parecer tontas y desprovistas de interés, pero son sumamente poderosas y científicamente eficaces para llevar los centros a la deseada actividad irradiante. 
Cuando la tarea está terminada y todos los centros son esferas vivientes de actividad irradiante externa, cada centro penetra en la órbita del otro, de tal manera que el iniciado se convierte en un centro de luz viviente y no en un conglomerado de siete centros irradiantes. 
Reflexionen sobre esto.  
4. El Triángulo Central de Energías. Representa en forma inequívoca los tres rayos que condicionan los "vehículos periódicos" del hombre, como lo expresa H. P. B. 
Son: el rayo monádico, el del alma y el de la personalidad. 
El observador y atento Maestro sabe cuál es el rayo que controla, siendo esto imposible para aquel cuyo grado es inferior al de Maestro. 
Los discípulos y observadores deben hacer sus propias conclusiones respecto a la "naturaleza de la esfera de irradiación". 
A esta altura puede cometerse un error, lo cual no le ocurriría a un Maestro; debe recordarse, sin embargo, que hasta la sexta Iniciación, la de la Decisión, "la Mónada guarda dos secretos pero pierde tres, cuando ejerce control y el alma desaparece". No puedo explicar esto más detalladamente. 
He aquí una presentación nueva de los centros. 
Como pueden ver, es de gran valor para los estudiantes, pues no está verdaderamente de acuerdo con la información dada en ciertos libros esotéricos. 
La comprensión de lo que he dicho conducirá al estudiante sincero a adoptar una actitud más práctica respecto a los centros, y también a realizar un esfuerzo persistente para procurar que su esfera de actividad irradiante sea de mayor utilidad para sus semejantes. 
La razón de esto consiste en que su actitud expresará la cualidad del espíritu subjetivo y no la cualidad hasta ahora prevaleciente de la materia objetiva. 
Recuerden que el cuerpo etérico es material y sustancial y, por lo tanto, parte integrante del plano físico; no olviden que ante todo está destinado a contener en sí las energías de los planos emocional y mental durante la etapa experimental inconsciente de la encarnación; también está destinado a contener las triples energías del alma durante la etapa en que se adquiere experiencia conscientemente; además, a medida que se va construyendo el antakarana, debe contener las energías de la Mónada durante la etapa en que se expresa conscientemente la divinidad. ¿Pueden por lo tanto ver aquí la belleza del proceso espiritual y la ayuda planeada, proporcionada a los hijos de los hombres en todas las etapas de su retorno al centro del cual originaron?
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Telepatía y el Vehículo Etérico (Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul (Alice A. Bailey) CAPITULO 3 (LOS CENTROS PLANETARIOS Y HUMANOS)


CAPITULO III 
LOS CENTROS PLANETARIOS Y HUMANOS
Existe un factor relacionado con el cuerpo etérico, que se menciona muy pocas veces, debido a que toda información sobre el mismo sería inútil. 
Lo expondré en forma ordenada, comenzando por los puntos ya mencionados pero que repetiré aquí para mayor claridad y los clasificaré en su debida correlación: 
1. El Logos planetario actúa mediante tres centros mayores: 
a. El Centro donde la voluntad de Dios es conocida: Shamballa. b. El Centro donde el amor de Dios es manifestado: 
la Jerarquía. 
c. El Centro donde la inteligencia de Dios origina el proceso evolutivo: la Humanidad 
2. Los tres centros mayores humanos y planetarios existen en sustancia etérica y pueden producir o no, analogías físicas. 
Los Maestros, por ejemplo, no trabajan por medio de un vehículo físico, no obstante, poseen vehículo etérico, compuesto de sustancia de los niveles etérico cósmicos –búdico, átmico, monádico y logoico– constituyendo estos niveles los cuatro éteres cósmicos, analogía superior de nuestros planos etéricos; estos planos superiores constituyen los cuatro niveles del plano físico cósmico. 
Hasta que los Maestros no eligen uno de los Siete Senderos del Destino Final en la Sexta Iniciación, la de la Decisión, actúan en Sus cuerpos etéricos cósmicos. 
Estos tres centros mayores de energía están íntimamente relacionados entre sí, y el discípulo, mediante sus centros mayores individuales (coronario, cardíaco y laríngeo) 
están en relación con los tres centros planetarios. 
Quisiera que reflexionen sobre esto, pues tiene valor práctico. 
3. La Mónada, como ya se sabe, se encuentra en el segundo nivel etérico cósmico, llamado plano monádico. 
Cuando se ha construido el antakarana, entonces la sustancia etérica cósmica puede ser gradualmente sustituida por la sustancia etérica común y familiar que "sustenta" el cuerpo físico del hombre. 
4. El Rayo en que se encuentra la Mónada –uno de los tres mayores y por lo tanto conectado con uno de los tres centros mayores– condiciona: 
a. La absorción del discípulo en uno de los tres sectores del trabajo jerárquico; por ejemplo, un alma de primer rayo entrará normalmente en un Ashrama como el del Maestro M., en el departamento del Manu; un discípulo de segundo rayo pasará a un Ashrama de segundo rayo, por ejemplo, el mío (D.K.) o el del Maestro K.H. que pertenece al sector del Cristo; un alma de tercer rayo será absorbida en uno de los Ashramas (existen muchos) dirigido por el Señor de la Civilización, el Maestro R.b. 
Todos aquellos que encarnan en uno de los Rayos de Atributo cuarto, quinto, sexto y séptimo llegan finalmente a pertenecer a uno de los tres Rayos de Aspecto mayores. 
El cambio de enfoque se produce cuando el cuerpo etérico contiene suficiente sustancia adecuada de éteres cósmicos superiores, sustancia búdica; esto es fundamental para todos y en todos los Rayos, porque al final de la era, cuando los vehículos etéricos del iniciado se compongan de sustancia etérica cósmica, estos tres rayos se trasformarán en dos, y más tarde se producirá otra absorción en el segundo Rayo de Amor Sabiduría, el de nuestro actual sistema solar. 
Por lo tanto se observará que cuando las distintas energías llegan a apropiarse y utilizarse, se convierten en factores condicionadores y su sustancia, o mejor dicho la presencia de ciertas energías en el cuerpo etérico de la personalidad, son esenciales antes de poder recibir ciertas iniciaciones. 
El tema es demasiado complejo para desarrollarlo aquí, pero quisiera que consideren con cuidado las diferentes afirmaciones que he hecho, y busquen luego la luz dentro de ustedes. 
Los rayos son las siete emanaciones de los "siete Espíritus ante el trono de Dios"; Sus emanaciones proceden del nivel monádico de percepción o del segundo plano etérico cósmico. En cierto sentido se podría afirmar que estas siete grandes y vivientes Energías constituyen en su totalidad el vehículo etérico del Logos planetario. 
Podría decirse también que los procesos evolutivos constituyen procesos de eliminación de la sustancia física que se encuentra entre el cuerpo físico denso y el cuerpo astral sensorio, sustituyéndola con sustancia de los cuatro planos superiores, los cuatro éteres cósmicos. 
Hablando en sentido físico, esta sustitución etérica permite al hombre pasar sucesivamente las cinco iniciaciones, que lo trasforman en un Maestro de Sabiduría. 
La primera iniciación concierne exclusivamente al alma del hombre; una vez lograda, penetra una cantidad de energía búdica, llevándose a cabo la transferencia de los éteres superiores, que son sustituidos por los inferiores. 
Como es de imaginar, esto produce conflicto; el cuerpo etérico de la persona rechaza el éter superior, produciéndose así las crisis en la vida del iniciado.
El progreso y la iniciación nos han sido presentados como elementos para formar el carácter y servir a la humanidad. Este acercamiento produce también conflicto, entonces la personalidad lucha contra el alma. 
Pero paralelamente a este bien conocido conflicto se libra otra batalla entre los éteres que componen el cuerpo etérico del discípulo y los éteres superiores descendentes. 
El hombre no es muy consciente de esto, pero la lucha es muy real, afecta principalmente la salud del cuerpo físico, y tiene lugar en cinco etapas naturales denominadas iniciaciones. 
El simbolismo del Cetro de Iniciación enseña (durante el proceso iniciático) que dicho Cetro, dirigido por el Cristo o el Señor del Mundo, según el caso, es utilizado para estabilizar los éteres superiores dentro de la personalidad mediante un acceso de energía aplicada, que permite al iniciado retener aquello que desciende, pues "así como es arriba es abajo". Se ha de considerar al cuerpo etérico desde tres ángulos:
1. Como el mecanismo que se exterioriza por medio de los nadis, o ese sutil sistema de líneas de fuerza relacionadas, que a su vez se exteriorizan a través del sistema nervioso físico. 
2. Como trasmisor de los distintos tipos de energía, procedentes de muy diversas fuentes; dichas energías afluyen a través (ambos términos son inadecuados) de las líneas de fuerza que subyacen en los nadis o a lo largo de ellos. 
Anteriormente empleé la palabra "tubos", dando así la idea de una red de tubos a través de los cuales pueden pasar las energías trasmitidas; éste es un ejemplo en que la palabra es completamente inapropiada y desorientadora. 
3. Estas energías –de acuerdo a su fuente de origen, cualidad, y propósito– crean siete centros mayores que condicionan los múltiples centros subsidiarios menores, exteriorizándose finalmente por medio de las siete glándulas mayores del sistema endocrino. 
He dicho anteriormente que las energías que se cruzan en el cuerpo etérico del planeta forman en la actualidad una red de cuadrados. Cuando el proceso creador se complete y la evolución haya terminado su trabajo, estos cuadrados se convertirán en una red de triángulos. 
Lógicamente hablo en forma simbólica. 
En el Libro de las Revelaciones, dictado hace 1900 años por el discípulo conocido hoy como el Maestro Hilarión, se hace referencia a la "ciudad cuadrada". 
El vehículo etérico del planeta fue heredado de un sistema solar anterior, con el propósito e intención de trasformarlo en una red de triángulos en el actual sistema solar. 
En la próxima triplicidad de sistemas solares (el tercero y último), donde la voluntad de Dios se lleva a cabo, el cuerpo etérico comenzará siendo una red de triángulos que se trasformará en una red de círculos entrelazados, indicando que ha culminado el entrelazamiento de las relaciones. 
En el sistema actual, en lo que se refiere al cuerpo etérico, el resultado de la evolución será el contacto establecido entre los tres puntos de cada triángulo, formando así un nónuple contacto y una nónuple afluencia de energía. 
Esto concuerda con el hecho de que el nueve es el número de la Iniciación, y cuando el número indicado de discípulos haya pasado las nueve iniciaciones posibles, se completará la formación triangular del cuerpo etérico planetario. 
La idea puede ser representada simbólicamente por el diagrama incluido, que ilustra la formación triangular y el sistema de acrecentamiento o progresión y expansión duales de la red, porque comenzado desde el triángulo inicial quedan sólo dos puntos para los procesos de extensión.
El triángulo inicial fue formado por Sanat Kumara, y a las tres energías que circulan por el mismo las denominamos los tres Rayos de Aspecto mayores. 
Los cuatro Rayos de Atributo forman sus propios triángulos y, en forma paradójica, son responsables de los "cuadrados", a través de los cuales pasan todas sus energías en esta época. 
Así se inició el trabajo de transformación del cuerpo etérico heredado, y esto ha continuado desde entonces. En el cuerpo etérico del ser humano se repite el mismo proceso en el triángulo de energías creado por la relación que existe entre la mónada, el alma y la personalidad. 
Al hombre le resulta casi imposible dibujar o representar gráficamente la red de triángulos y ver simultáneamente cómo se convierten en círculos, en el cuerpo etérico de la esfera planetaria, debido a que el cuerpo etérico está en constante movimiento ] y en incesante trasformación y las energías que lo componen circulan y cambian constantemente. 
Sería conveniente recordar que el cambio se produce en el mecanismo, y la trasformación del cuadrado en triángulo no se refiere a las energías trasmitidas o a los diferentes centros, sino que para las energías es mucho más fácil fluir por la formación triangular del cuerpo etérico, que –como sucede ahora– a través de un cuadrado o una red de ellos. 
Comprendo que lo que estoy comunicándoles, puede parecerles muy inverosímil y sin sentido, y lógicamente no hay forma viable de probarles la naturaleza real de este sistema de intercomunicación, donde puedan verificar lo que digo; pero tampoco existe un modo de comprobar la existencia real de Sanat Kumara y, sin embargo, desde la noche misma de los tiempos, ha sido proclamada su existencia por la Jerarquía y aceptada por millones de seres. 
Todo ser humano cree mucho más de lo que puede comprobar o demostrar. Los centros son, en realidad, "puntos de intersección" de energías, donde el cuerpo etérico posee siete triángulos y puntos que han sido trasformados. Desde el punto de vista de Shamballa los centros del hombre se asemejan a un triángulo con un punto en el centro. 
Desde el ángulo de la Jerarquía, las condiciones son algo diferentes: los siete centros se representan como lotos, con un número variado de pétalos; sin embargo, siempre contiene, está presente y se entrevé un triángulo, en el corazón del loto; siempre hay un triángulo con un punto de comunicación, y a éste se lo denomina la "joya en el loto". 
El grabado es una representación simbólica del loto, y debería estudiarse cuidadosamente. 
El círculo condiciona la personalidad del hombre; esta influencia emana del loto y establece una interacción. 
El alma condiciona el loto que, a su vez, condiciona la "esfera de influencia en el aura del loto", llegando así hasta la vida de la personalidad y condicionándola. 
El triángulo se halla condicionado por la Tríada espiritual, siempre que el antakarana esté construido o en proceso de construcción, que a su vez, primeramente inspira o enciende al alma y finalmente la destruye. El punto del centro indica la vida monádica, en primer lugar como expresión inferior de vida y vitalidad física y por último, como "punto de sensibilidad". Por lo tanto tenemos: 
1. El Punto en el centro, índice de la vida monádica. 
2. Las energías que se relacionan con el loto egoico, condicionadas por el alma. 
3. La esfera de radiación, la influencia emanante del loto, condicionando a la personalidad. 
4. El triángulo de energía, condicionado por la Tríada espiritual. La antedicha enseñanza sobre el cuerpo etérico no es extensa, pero contiene muchas cosas que son relativamente nuevas y proporcionan un gran material de estudio.
http://compartiendoluz2.blogspot.com.es/
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