domingo, 11 de diciembre de 2016

La Ley del Servicio


Amar es servir...:

La Ley del Servicio rige el futuro. En la antigüedad el aspirante se dedicaba a servir a su propia alma, poniendo el énfasis sobre la propia salvación individual, siendo lo único que consideraba. Luego vino el período en que el servicio al Maestro ya la propia alma se consideraba de primordial interés; se servía al Maestro y se acentuaba el deber hacia él, porque contri­buía a la salvación del individuo. Hoy se emite una nueva nota - la nota del progreso sirviendo a la raza y practicando el olvido de sí mismo.
Algún día llegarán a comprender que la Ciencia del Servicio tiene mayor importancia que la Ciencia de la Meditación, porque el esfuerzo y la ardua actividad del discípulo servidor evocan los poderes del alma, hace de la meditación un requisito esencial y es el método - más avanzado que cual­quier otro - para invocar a la Tríada espiritual, intensificar la vida espiritual, forzar la construcción del antakarana y conducir a una serie graduada de renunciamientos hasta llegar a la Gran Renunciación, que libera al discípulo para toda la eternidad.
 Llegamos así a considerar la tercera Ley del Alma que rige toda la actividad del alma. Es la Ley del Servicio. Sin embargo, antes de entrar a dilucidar este tema, trataré de exponer tres cosas que merecen cuidadosa atención:


Primero, el resultado de todo contacto efectuado en la meditación y la medida de nuestra realización, estarán determinados por el consiguiente servicio prestado a la raza. Si hay correcta comprensión, habrá necesariamente correcta acción.
Las tres grandes ciencias que tendrán preponderancia en la Nueva Era y llevarán a la humanidad de lo irreal a lo real y de la aspiración a la realización, son:

Djwhal Khul La Reaparición de Cristo.



La Reaparición de Cristo.

"Para la salvación de los justos y la destrucción de aquellos que hacen el mal, para el firme establecimiento de la justicia, Yo vuelvo a nacer Era tras Era". 

Así dice el bien conocido pasaje del Bhagavad Gita (traducido por Pravhavananda e Isherwood) poniendo en palabras la esperanza eterna en el corazón del hombre..

En este libro la reaparición de Cristo es reconocida como inevitable dentro de la continuidad de la revelación divina. 

No solamente Dios nunca se dejó a Sí Mismo sin testigos, sino que en definidos períodos de la historia de la evolución humana, la "Palabra de Dios", la potencia proyectada de su vida vital, se ha manifestado para establecer Principios a ser demostrados durante el siguiente ciclo.

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