jueves, 19 de enero de 2017

LA FRATERNIDAD DE SHAMBHALA.- LA MADRE DE LOS VIVOS


Ahora sabe que nadie puede aproximarse al Corazón de la Fraternidad Universal sin antes conocer la Palabra perdida y olvidada y sin ser capaz de pronunciar esta Palabra. Además, ahora conoce de qué manera el alumno en el Camino puede descubrir nuevamente esta Palabra perdida y olvidada que, como usted sabe, es un estado de ser, una entrada en el Reino Inmutable que no puede ser realizada ni festejada de ninguna forma por el hombre natural. El espíritu, el alma y el cuerpo del hombre que puebla esta tierra son inaptos, tanto estructural como fundamentalmente, para participar en la vida nueva.



Por esto, orientar a este hombre hacia cualquier forma de cultivo del alma o del espíritu no tiene sentido, en primer lugar porque de esta forma jamás podrá participar en la redención, y porque el cultivo de lo que no está comprendido en Dios es precisamente un formidable freno para la liberación. Por esta razón debemos considerar la naturaleza de la liberación de manera completamente distinta y las escrituras sagradas deben ser interpretadas según una concepción completamente diferente. Se debe empezar por comprender que, como hombre dialéctico, primero hay que morir para poder renacer verdaderamente.
En el transcurso de los siglos se ha visto sobradamente que el hombre no entendía esta enseñanza fundamental, a causa de un insuficiente poder de comprensión y con ello el cultivo de la personalidad se colocaba siempre en el primer plano de cada uno de los intentos realizados. Por esto es absolutamente necesario, ante todo, ahondar en el sentido de la noción "hombre" según la ciencia de la transfiguración.
La ciencia de la transfiguración presenta al hombre como un complejo conjunto de fenómenos englobados en un sistema vital, "el microcosmos". En este microcosmos existen fenómenos indeseables, engendrados y mantenidos por el pecado. Pero también existen en este microcosmos posibilidades de desarrollo, manifestadas antaño hasta la perfección, pero que, desde hace eones, se han vuelto latentes y se han concentrado en núcleos.
En esta misma ciencia de la transfiguración se conocen diversas chispas de espíritu activas en un mismo microcosmos. Lo que en nuestra enseñanza se designa como "hombre dialéctico" es el resultado debido a una de estas chispas de espíritu.
Ahora, todo este ser de la dialéctica, en todas sus múltiples formas de expresión, con sus motivaciones y sus frutos, debe morir, debe perecer para que el hombre verdadero pueda manifestarse nuevamente. La Enseñanza Universal da a este proceso el nombre de "renacimiento", "transmutación", y a veces también de "Bodas Alquímicas".
El método seguido en este proceso mágico o alquímico tiene por resultado el conocimiento y el dominio de la Palabra olvidada y perdida.

Supongamos ahora que usted ha encontrado la llave y que está preparado para esta muerte fundamental; entonces sabe que esta muerte representa el retorno de todo el ser dialéctico a un mínimo de actividad biológica, hasta el estado de infancia descrito en la primera Epístola de Juan, capítulo 3. Solamente cuando de esta manera haya alcanzado este estado, tendrá sentido hablarle más ampliamente sobre la Fraternidad de la Siddha, sobre los habitantes del Corazón del Gobi.
¿Cómo penetrar hasta este Corazón? El alumno debe plantearse esta pregunta continuamente, y cuando es como una plegaria, siempre habrá una respuesta en concordancia absoluta con el estado de ser del alumno en cuestión.
Como es lógico, en principio sólo hay una respuesta a dicha pregunta, pero esta respuesta contiene numerosos aspectos y rayos, al igual que la luz solar se compone de un torbellino de rayos. Estas respuestas son una sucesión de rayos que tocan al alumno a lo largo del Camino. Estos rayos forman para él una escalera luminosa hacia el único objetivo.
La práctica de la vida ha demostrado ya muchas veces que es perfectamente inútil importunar a un buscador con rayos de la Luz Universal, si éste aún no se encuentra ennoblecido para recibirlos y asimilarlos. No los reconocería ni tampoco podría responder a ellos, por la simple razón de que en la constelación de su campo de respiración aún no se ha formado una concentración pura de éteres.
Siendo el Camino una marcha eterna, es indudable que hay una diversidad de radiaciones eternas, de belleza cada vez mayor, de un esplendor lleno de gracia, de una luz cada vez más intensa y de una fuerza cada vez más dinámica y poderosa.
En este sentido debemos comprender la intervención de la Fraternidad Mundial actual. Ella emite para nosotros, en nuestra época, una radiación que se adapta a nuestro estado, tanto en el plano humano individual como en el de la humanidad en general. Y así la pregunta: "¿Cómo debe penetrar el alumno hasta el Corazón del Gobi?", toma un carácter nuevo y urgente.
No es posible recibir una respuesta a esta pregunta consultando antiguos pergaminos, ni tampoco se puede repetir, sin comprender, lo que dijeron los antiguos sobre el tema. Debemos escuchar y comprender los latidos del corazón del "presente". Si usted puede hacerlo, la respuesta llegará a usted como una luminosa novedad y experimentará y comprenderá, al mismo tiempo, lo que los antiguos querían decir realmente.
Ahora ha oído hablar mucho del Desierto del Gobi, de un núcleo universal de la Fraternidad Mundial situado en Asia Central. Geográficamente hay allí, en efecto, un formidable foco universal, un punto de contacto del Reino Inmutable: la verdadera tierra santa de los Hijos de la Voluntad y del Yoga.  No obstante, por lo que a nosotros respecta, usted puede olvidar todo esto e incluso negarlo. Escuche la llamada de la Fraternidad que proviene de una voz y de un foco situado muy cerca de usted, y déjese penetrar por la noción de que, para responder a esta llamada, tiene que recorrer personalmente un camino a través del desierto.
Su vida según la naturaleza ‑tanto en lo que respecta al espíritu, al alma o al cuerpo‑ es un árido desierto en el que está y vive. Sabemos muy bien que muchos lo negarán a toda costa, y es posible que usted tampoco opine igual que nosotros. Tal vez el curso de su existencia no le parezca una marcha por el desierto y no encuentre en absoluto árido y estéril su estado vital dialéctico. Por esto negará, quizás violentamente, el hecho de vivir en dicho aislamiento mortal. Esto es posible, ya que a muchos la vida les parece vibrante y chispeante de belleza. Piense, por ejemplo, en los numerosos artistas de esta naturaleza que han expresado esta idea de muchas maneras.

Por ello, el conocimiento de que esta vida terrena es un desierto es un descubrimiento, un grandioso descubrimiento de sí mismo, y es al mismo tiempo una gracia inestimable. Podría ser comparado incluso con el nacimiento de una comprensión nueva de la vida. Las sagradas escrituras también lo representan como un nacimiento, pero un nacimiento que se sitúa aún enteramente en el plano horizontal de la dialéctica. Es el nacimiento de Juan el Precursor, el hombre que predica en el desierto.
Tal como leemos en los Evangelios acerca de Juan Bautista, el alumno constructor también debe renacer como hombre del desierto. ¡La venda debe caer de sus ojos para que vea el mundo tal como es! Este alumno ya no dice: "Yo vivo", "Yo soy", pues sabe que no es un ser viviente, sino un moribundo. La realidad más cierta de este campo de existencia es la muerte, y la vida es una quimera.
Usted sabe que todas las entidades que se manifiestan en un campo de existencia cualquiera, denominan a su campo de existencia Madre del Mundo. El simbolismo y los mitos dan testimonio de ello.
Ahora bien, el alumno que ha alcanzado la fase del desierto puede designar a la madre del mundo de la naturaleza ordinaria bajo el nombre de "Madre de los Muertos". En el conocimiento juanista, la existencia de esta naturaleza es una existencia de muerte. Es un morir en común y no un vivir en común. Como un ser de la muerte no tiene ninguna posibilidad real de vida, se comprenderá que la Biblia denomine esta situación con el nombre de "esterilidad"; así se nos habla de Elisabet, la estéril, la madre de Juan.
Si usted llega al descubrimiento de ser estéril, esto significa que se habrá vuelto consciente del desierto, de la soledad y de la muerte que penetran esta vida dialéctica; consciente de la actividad del soplo de vida de la naturaleza de la muerte. El fenómeno dialéctico de la muerte nace de la colaboración de este soplo de vida con la Madre de la Muerte, de la interacción de los éteres planetarios con este campo de existencia.
Cuando usted llega a este descubrimiento, está en medio del desierto del Gobi, en la orilla del Oasis misterioso de la Fraternidad Universal. A partir del momento en que usted haya llegado a este estado de conciencia, habrá dado el primer paso, y el más importante, para enderezar el Camino del Señor en usted. En esta fase se produce la unión con la Madre de los Vivos.
Es muy importante para usted saber quién es y qué es la Madre de los Vivos. Ella es el centro de la nueva intervención de Dios, la cual llamamos en nuestra filosofía: "el Nuevo Campo de Vida". Es un campo de vida en el que aparece otro Adán, en el que un nuevo Adán resplandece de pie ante Dios, en otro campo de desarrollo.
El campo de desarrollo de los nuevos éteres es la Madre de los Vivos. Esta Madre es llamada María, porque la unión con ella es obtenida sólo después de un completo cambio, después de desprenderse de la ilusión de la naturaleza terrestre y de encontrarse a sí mismo en el desierto de la naturaleza de la muerte.
Imagínese por un momento que un alumno se ha elevado de la "esterilidad" hasta la realidad de este campo de existencia. Este alumno aniquilará todo lo que es fruto de la Madre de los Muertos, estructural y fundamentalmente, según el espíritu, el alma y el cuerpo. Es decir, dará a la muerte lo que es de la muerte. Con otras palabras, se liquidará a sí mismo a causa de su estado impío y de su manifestación no deseada por Dios en este campo de existencia.
Llamamos su atención, insistiendo sobre el hecho de que esta liquidación no es un suicidio en el sentido ordinario de la palabra, sino una neutralización de todo lo antidivino en el microcosmos. Para quienes no han emprendido aún este viaje en el desierto, esto suena como la abolición de toda la existencia, la abolición de todo el ser, y para tal persona esta neutralización es de hecho un suicidio. Por esta razón, muchos son los que no han querido admitir tan "horrorosa" enseñanza.

Pero quien ha alcanzado la fase del desierto, comprende perfectamente de qué se trata, sabe sin lugar a dudas que en el microcosmos existe otro centro de existencia, otro núcleo de conciencia que debe ser llamado a la vida. Sabe también que este "Otro" puede vivir realmente solamente cuando la existencia de su personalidad toca a su fin. Tal ser comprende lo que dice Juan Bautista: El que viene tras de mí es más poderoso que yo. El que viene tras de mí me ha precedido. Este peregrino en el desierto sabe que el holocausto de sí mismo no es un sacrificio en el sentido común de la palabra, sino la liberación de la vida verdadera.
Cuando el alumno está en este proceso, un poder diferente aparece en el microcosmos al exterior de la forma dialéctica. El centro de la conciencia original se libera. El despertar se ha vuelto un hecho gracias a este cambio.
En el microcosmos se van a manifestar nuevas fuerzas que, al principio, van a utilizar la personalidad entregada del hombre‑Juan. Este alumno es capaz de expresar entonces la Palabra olvidada y perdida; se sabe admitido en una sustancia de vida completamente nueva. En este nuevo campo de vida se despierta el hombre nuevo. El hombre verdadero se eleva bajo la caricia y la radiación de amor de la Madre de los Vivos.
Usted debe comprender claramente, para terminar, que el nuevo campo de vida no es un concepto filosófico, sino una realidad absolutamente actual, al exterior de nuestro campo de existencia natural y al exterior del reino de los muertos. Por esto se nos ofrece "aquí" el nuevo campo de vida de forma concreta y tangible, y la Fraternidad Universal aparece aquí abajo para acercarse a nosotros, a condición de que nos hayamos vuelto Juanistas. En este campo de la muerte degradado hay un contacto organizado y concreto a través del nuevo campo de vida. Por ello le hablamos de la Fraternidad del Gobi.
"La Madre de los Vivos" es una apelación que no es mística ni simbólica, sino que es la verdadera Madre Santa que le quiere acoger en su radiación de amor, si comprende que cuando decimos "usted" nos referimos a su microcosmos, y si, en su apariencia mortal, quiere emprender el peregrinaje a través del desierto.
Para que podamos encontrarnos en el desierto, en nuestro peregrinaje hacia la Madre de todos nosotros, la Madre de los Vivos, pidamos unos para otros:
Contigo, oh portadora de la Santa Fuerza de Vida,
escapamos del peligro.
Contigo entramos en la vida liberadora.
Contigo alcanzamos el objetivo
de nuestro nuevo día de manifestación.
Contigo navegamos a través
de la nueva corriente de la vida.
Contigo penetramos en la luz eterna.
En tu luz de amor radiante
descubrimos nuestra culpa.
En ti descubrimos el peso de nuestros pecados.
En ti se desvela el gran secreto
de nuestra marcha en el desierto.
En tu santidad se oscurece nuestra corrupción
Por ti descubrimos a nuestro ser superior.
Por ti tomamos conciencia de nuestro ascenso.
Por ti somos empujados a actos liberadores.
Por ti clama en nosotros el soplo de vida divino

en cada latido de nuestro corazón.
Oh Rosa que floreces en mi cruz,
absorbe la Luz de Dios
y transfórmala en redentora
en este sombrío valle de lágrimas.
Sólo entonces diremos como los Hermanos Mayores:
¡Jesús, el nuevo Hijo de Dios, es todo para mí!
 Jan van Rijckenborgh
https://despertandonoshacialaluz.wordpress.com/

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