jueves, 6 de octubre de 2016

Alegria de Vivir (Sanaya Roman) Capitulo-1º


CAPÍTULO 1 
La primera aparición de Orin La gente me pregunta si he sido conocida siempre como una persona con poderes psíquicos, y me doy cuenta de que he tenido experiencias psíquicas desde mi adolescencia y comienzos de mis años veinte. 
Al principio, no sabía cómo controlar y dirigir mis comprensiones intuitivas o los estados intensificados de conciencia que experimentaba. 
Algunas experiencias incluso parecieron asustarme, como la ocasión en que conduje los 190 kilómetros que separan Portland de Eu-gene en un estado alterado de conciencia. 
En aquel entonces tenía dieciocho años y me dirigía a la Universidad de Oregón para iniciar mis estudios universitarios. Percibí los pensamientos y sensaciones de los ocupantes de todos los coches con los que me encontré durante el transcurso de mi viaje. 
Aún más asombroso fue el hecho de que, al llegar a Eugene, descubrí que el depósito de gasolina seguía completamente lleno, a pesar de que debería haber estado casi vacío. 
Las primeras ocasiones en que me expuse a otras realidades alternativas se produjeron a través de la ciencia ficción, que leía ávidamente como estudiante de escuela superior en Oregón. Recuerdo que leía todos los libros que encontraba sobre el tiempo y el espacio, y sobre realidades probables, particularmente aquellas que exploraban formas superiores de convivencia como sociedad, como por ejemplo 2150, de Thea Alexander. 
Solía soñar que poseía una máquina especial, una máquina del tiempo y el espacio, con la que podía visitar otros planetas y formas de vida, retroceder y avanzar en el tiempo, y descubrir realidades probables en las que la humanidad había explorado diferentes opciones para sí misma. Pero yo deseaba explorar, sobre todo, el ámbito interno de la psique y emprender mis viajes y aventuras no por otros países, sino por otras realidades. Una de las mayores alegrías que me ha producido canalizar un guía ha sido el descubrimiento de que dispongo de la máquina sobre la que tanto había fantaseado: es mi propia mente y una conexión con la más elevada fuente de luz (Orín) que hace posible realizar estos diversos viajes. 
Recuerdo vívidamente mi primera experiencia real de canalización, cuando tenía diecisiete años. 
Había estado tocando el piano durante varias horas, me sentía muy serena, y me tumbé junto al ventanal para contemplar las estrellas. De repente, me pareció como si alguien me hablara dentro de mi cabeza. 
Una «voz» empezó a mostrarme la tierra, a explicarme que la tierra experimentaría cambios y desplazamientos en el futuro, y que no había nada que temer. Aunque yo vivía en Oregón por aquel entonces, la voz me dijo que en el término de un año me trasladaría a California con mi familia, donde yo me quedaría a vivir, aunque mi familia regresaría a Oregón. 
Había pasado mi niñez trasladándome frecuentemente, por lo que viví en Kansas, Michigan, California, Missouri y Oregón, así que no deseaba trasladarme de nuevo, y no me gustó el mensaje. No tomé nota de qué más se me dijo, aunque la experiencia duró largo tiempo. 
Resultó que, seis meses más tarde, mi padre inició inesperadamente un negocio en San Francisco e hizo que la familia se trasladara allí. Para entonces, yo ya acudía a la universidad en Oregón y estaba segura de que no me marcharía a California en compañía de mi familia. 
No obstante, un año más tarde, la Universidad de Oregón decidió concederme una beca para estudiar fuera del estado, así que mi expediente académico fue transferido a la Universidad de California, en Berkeley, y me trasladé a vivir en la zona de la bahía de San Francisco. Ocho años más tarde, mis padres se trasladarían nuevamente de regreso a Portland en Oregón. Cuando tenía más o menos unos veintiséis años, me hice buena amiga de una mujer llamada Evelyn Taylor. Llegó un buen día con una tabla ouija y afirmó saber que podíamos conectar con un guía. (De niña, cuando tenía ocho o nueve años, recibí muchos mensajes de la tabla ouija mientras jugaba con ella y con mi tía abuela en Kansas. A esa edad recuerdo la sensación de que estaba «haciendo trampas» porque los mensajes acudían a menudo a mi mente, antes que a mis dedos.) Cindy Flaherty, otra amiga, estaba leyendo por entonces el primer libro de Seth, La llegada de Seth, así como Seth habla, y pasamos muchas horas de entusiasmo analizando estos libros. 
Empezamos a recibir mensajes inmediatamente. 
Pasé muchas noches con la tabla ouija, en compañía de Cindy y Eve, ya que nos reuníamos tres o más noches a la semana, y a menudo se nos unían otros amigos. 
Desde el principio fue evidente para todos que los mensajes llegaban a través de mí, de modo que Cindy y Eve se turnaron; una trabajaba conmigo mientras que la otra se dedicaba a escribir, letra a letra, todos los mensajes. Acumulamos de ese modo más de 200 páginas de notas, sólo durante aquel primer año. Pedimos que llegara hasta nosotras el guía y maestro más alto posible y poco después de eso, el 9 de octubre de 1977, apareció Orin. «¿Quién está ahí?», preguntamos cuando se nos hizo evidente que había otra entidad sobre la tabla. 
ORÍN «¿Cuál es tu estatus?» Soy maestro de la vida, por encima de todo. Vuestro progreso es suficiente para recibirme ahora. Vuestros mensajes serán emitidos con claridad. 
Es tiempo para empezar con vuestro progreso y aprendizaje. Voy a empezar a haceros encargos. 
La meditación diaria es esencial, para crecer y retirarse. Después de varios meses, sentí una fuerte necesidad interna de hablar sobre los mensajes que recibía de la tabla ouija, pero no sabía cómo empezar. Percibí ámbitos enteros de ideas detrás de cada palabra tan costosamente pronunciada, pero no me sentía lo bastante segura de mí misma como para empezar a hablar, y tenía miedo de que no pudiera hacerlo. 
Los acontecimientos, sin embargo, no tardaron en conspirar para ponerme en movimiento. Me dirigía conduciendo a casa en mi Escarabajo Volkswagen cuando, de repente, un coche surgió frente a mí y me obligó a pisar a fondo el freno. 
Los frenos se trabaron y el coche empezó a desviarse bruscamente, fuera de control, en una autopista de cuatro carriles. El coche avanzó hacia la barrera, al otro lado de la cual había una caída de una altura de varios pisos. 
Algo sucedió en ese preciso momento, una sensación imposible de describir. Fue como si me encontrara en el tiempo y el espacio expandidos, capaz de saber el futuro y de verme a mí misma viviendo. Tuve una conciencia instantánea de todos y cada uno de los demás conductores que había en la autopista y los percibí como una unidad cohesionada, con todos ellos conscientes y asistiéndome en un nivel real y de energía. 
De repente, el coche empezó a rodar sobre sí mismo y tuve una fugaz visión de mí misma como si existiera en otras dimensiones, como si se hubiera abierto una puerta hacia otras realidades. 
El coche se detuvo de costado. 
Aparte de un feo hematoma, yo me encontraba perfectamente bien. Al mirar hacia atrás, sobre la autopista, me di cuenta de que todos los coches se habían detenido, lo que correspondía con mi visión de que todos trabajaban juntos. 
Me sentí diferente durante todo el día y aquella noche sabía que cuando nos reuniéramos para la sesión habitual con la tabla ouija, yo empezaría a canalizar. 
Todos estaban sentados, expectantes, cuando empecé. 
Dejamos a un lado la tabla y yo me senté en una silla, con los ojos cerrados. Al principio, el mensaje que recibí fue como escuchar una cinta magnetofónica que pasara con demasiada velocidad; las ideas atravesaban mi conciencia antes de que yo pudiera expresarlas. Pedí que las palabras llegaran a mí con mayor lentitud y entonces lo hicieron tan lentamente que mi mente empezó a vagar y perdí la conexión. 
No obstante, conseguí salvar mensajes coherentes y significativos, y la velada fue un éxito excitante. 
Hablé con mi propia voz, pues me sentía muy tímida ante la perspectiva de aparecer extraña o diferente delante de mis amigos. Suprimía los gestos y la voz que sabía era una parte del ser, Dan, que estaba hablando a través de mí. 
Más tarde, Orin explicó que Dan lo representaría hasta que yo pudiera manejar la poderosa vibración y los impulsos de pensamiento del propio Orin. 
La canalización exigió una tremenda concentración. 
Era como encontrar una emisora de televisión, con la que sólo se pudiera conectar mientras se mantuviera el pensamiento de ella con firmeza y sin vacilaciones. 
Al cabo de un tiempo fui capaz de sentir mis propios pensamientos junto con los de Dan. 
Le hacía preguntas mentalmente al mismo tiempo que él explicaba algo sobre alguien, y yo sentía su respuesta al mismo tiempo que canalizaba un mensaje desde él hacia alguien más. Durante los tres años siguientes realicé muchas, muchas lecturas. Ahora, retrospectivamente, me doy cuenta de que fue un período de práctica, práctica y más práctica. 
Todos los mensajes eran extraordinariamente cariñosos y procedían de Dan. Orin sólo aparecía a través de la tabla ouija, como se puso claramente de manifiesto cuando traté de hacerle aparecer a través de mí y estuve a punto de perder el conocimiento. 
Al principio, me sentí como si me expandiera desde lo alto hasta el fondo, como si me transformara en una esponja, más grande que la propia habitación donde me encontraba, pero todavía enjaulada en un campo de energía. Experimenté una sensación aplastante en el pecho y una sensación de poder y de amor. Cambió mi percepción de la luz y del color. 
Me sentí tan abrumada con estas sensaciones que dejé de intentar hacer aparecer a Orin a través de mi voz. 
En esa ocasión, el mensaje que nos transmitió sobre la tabla ouija fue: Yo doy luz, amor y respeto a aquellos que vienen, así como información. Estoy lleno de energía y soy yo el supervisor y guía de Dan. El recibe de mí tanto como tú recibes de él. Tengo mucha energía en una frecuencia diferente a la de Dan, y hay mucho poder en mi ser. Te envío energía a través del ser de Dan, que aminora mi energía hasta un nivel que tú puedes controlar. Tu cuerpo es como un hilo eléctrico que sólo puede controlar 20 vatios, mientras que yo poseo más de 50 vatios. 
En el verano de 1981 experimenté la urgencia de comprar un magnetofón de muy buena calidad. 
Una vez que lo hube comprado regresé precipitadamente a casa para enchufarlo y probarlo. Recuerdo que estaba sentada en una silla, con los micrófonos preparados y una cinta virgen colocada en la grabadora. 
Lo siguiente que supe fue que surgía de un estado de trance muy pesado, casi como un sueño, para descubrir que había grabado una cinta. La hice retroceder excitadamente y me di cuenta entonces de que había canalizado a Orin por primera vez y con mi propia voz. 
Fue una meditación guiada que relajó mi cuerpo y que habló directamente a mi subconsciente para que abriera mi canal a él. Escuché la cinta a diario. 
Orin sugería que practicara la canalización a una velocidad más lenta, hasta que encontrara el ritmo correcto. 
Me dio instrucciones sobre el modo adecuado de respirar, y me sugirió que hiciera ejercicios aeróbicos y que saliera a la naturaleza con mayor frecuencia. 
Yo podía hacerlo aparecer sin todos los cambios que él me estimulaba a hacer con mi cuerpo, pero a él le preocupaba que su más elevada vibración y frecuencia no hiciera que mi cuerpo se agotara prematuramente. 
Empecé a conocer a Orin a medida que canalizaba las cintas. Fui capaz de contener su energía durante veinte o treinta minutos, el tiempo que duraban las meditaciones. 
Le pedí a Orin que me grabara una cinta sobre cada tema en el que yo pudiera pensar. 
Cuando deseaba sentirme más poderosa, obtener claridad de pensamiento, alcanzar ciertos objetivos, desprenderme del dolor o del temor o sentir la paz interior, le pedía una cinta. Orin me dijo que una de las formas más rápidas y efectivas de cambiar cualquier cosa consistía en trabajar directamente con el subconsciente, vertiendo en él nuevas ideas y soltando las viejas. 
Las cintas vertieron nuevos y más elevados pensamientos en mi subconsciente que creaban automáticamente los cambios que yo solicitaba. 
Canalicé así muchas cintas y los amigos empezaron a pedirme copias, ya que ellos también deseaban experimentar los cambios positivos que me estaban ocurriendo a mí. 
Una vez fui capaz de hacer aparecer a Orin verbalmente. 
Dan se fue marchando lentamente hasta que, un día, se despidió diciéndonos que, a medida que yo sintonizaba con Orin, le era cada vez más difícil aparecer, y que su propósito ya se había cumplido. A partir de entonces, Orin fue mi guía, me daba discursos, enseñaba a la gente y me ayudaba en mi desarrollo espiritual. Experimenté a Orin como un ser muy sabio y amoroso. Ocasionalmente, me hablaba directamente, ya fuera a través de mi voz o en el interior de mi mente, y me ayudaba de muchas formas. Tenía una forma de ver el mundo que era, definitivamente, muy diferente a la mía. 
No había coacción alguna por su parte; yo no tenía por qué ver el mundo a su modo. Pero las cosas funcionaban mejor y yo me sentía también mucho mejor cuando utilizaba su perspectiva, mucho más sabia, más compasiva y amorosa que la mía. Empecé entonces a contemplar los acontecimientos y a las personas preguntándome cómo los interpretaría Orin. 
Empecé a sentir mejor la vida, me sentía más serena y experimentaba la alegría con mayor frecuencia. 
Orin dirigía mi conciencia hacia un nivel más elevado donde podría funcionar con mayor efectividad, tanto en mi mundo interior como en el exterior, alineándome con ellos para encontrar propósito, dirección y una sensación de bienestar. 
En abril de 1983, Orin empezó a hablarme de un libro que deseaba crear: Estoy desarrollando una filosofía y ayudando a plantar sobre la tierra una nueva masa de forma de pensamiento, que ayudará a la gente a encontrar su poder, que llegará a sus corazones y creará más felicidad y paz en sus vidas. Deseo asistir a todo aquel que esté preparado para recibir su más alto bien y a vivir su más elevado propósito. Ayudaremos a la gente a comprender sus mentes y emociones, a evolucionar hacia una más elevada conciencia. 
Deseo ayudar a la gente a descubrir que pueden crear paz y alegría, y a creer en sí mismos como seres amorosos. 
Las lecturas de Orin siempre han reflejado esta filosofía. Cuando alguien acude a él en busca de consejo, siempre se muestra amoroso; ofrece a la gente una visión nueva y más expansiva de sus propias vidas y propósitos. 
Ha indicado creencias que estaban en conflicto, que causaban dolor y frustración, y ha ofrecido ejercicios prácticos y estimulantes para hacer surgir nuevas creencias. 
Siempre anima a la gente a usar su propio discernimiento, a usar aquella información que encaja, y a desprenderse de todo aquello que no encaja con su experiencia. 
Nunca le dice a la gente lo que tiene que hacer, aunque, si se le pregunta, les muestra sus alternativas. Les ayuda a descubrir lo que hay de importante en sus vidas, de modo que sus decisiones sean el reflejo de sus almas, y no de sus personalidades. 
Orin es consciente de cada alma que llega hasta él a través de sus palabras, ya sean habladas o escritas. 
Su luz siempre está disponible para aquellos que han establecido contacto con él, que han albergado dentro de sus mentes el pensamiento de luz y amor que es Orin. 
En sus palabras hay un reconocimiento de quién es cada cual, un ser de luz y perfección que experimenta el mundo de la tierra, que evoluciona, crece y aprende a expresar la luz de la propia alma en el mundo de la forma y la materia. 
Orin dejó bien claro desde el principio que está aquí para ayudar a curar a los sanadores y para enseñar a los maestros. Atrae hacia él a aquellos que desean implicarse en la vanguardia de un nuevo movimiento, un movimiento que contribuirá a abrirse a sí mismas a un número cada vez mayor de personas. Este libro, pues, es el regalo de Orin.
http://lasendahacialaluz.blogspot.com.es/

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