domingo, 21 de agosto de 2016

EL PODER DEL PENSAMIENTO SU DOMINIO Y CULTURA DE ANNIE BESANT- Capitulo IV PRIMER ESCRITO (EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO)


Capitulo IV (PRIMER ESCRITO)

EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO
LA OBSERVACIÓN Y SU VALOR 
Por lo ya expuesto se comprenderá que la observación exacta es un elemento para pensar con claridad. 
Tenemos que principiar nuestro trabajo en el plano físico, donde nuestros cuerpos se ponen en contacto con el No-Yo. Marchamos hacia arriba, y toda la evolución principia en el plano inferior, pasando al superior; en el inferior tocamos, en primer término, el mundo externo y de éste pasan las vibraciones hacia arriba  o hacia adentro haciendo surgir los poderes internos. La observación exacta es, pues, una facultad que debe cultivarse definidamente. 
La mayor parte de la gente va por el mundo con los ojos medio cerrados, y esto lo puede comprobar cada uno de por sí preguntándose a sí mismo acerca de lo que ha observado al pasar por una calle. 
Podemos preguntarnos: ¿Qué he observado al pasar por tal calle? Mucha gente no ha observado casi nada; no ha formado ninguna imagen clara. 
Otros habrán quizás observado unas pocas cosas, algunos quizás muchas. 
Se cuenta del padre de Houdin que educó a su hijo en la observación del contenido de las tiendas ante las cuales pasaba al ir por las calles de Londres, hasta que llegó a poder dar cuenta de todo lo que contenía el frente de una tienda, con sólo lanzar sobre la misma una simple mirada. 
El niño normal y el salvaje son observadores, y según sea su capacidad de observación, así es la medida de su inteligencia. La costumbre de observar de un modo claro y rápido tiene su fundamento; en el hombre de inteligencia mediana, en el pensar con claridad. Los que piensan muy confusamente son, por lo general, los que observan con menos exactitud, excepto cuando la inteligencia está altamente desarrollada y está habitualmente vuelta hacia dentro de si misma. 
Pero la contestación a la pregunta anterior puede ser: "Estaba pensando en otra cosa, y por tanto no observé". 
Y la contestación es muy apropiada si el que contesta estaba pensando en algo más importante que la educación del cuerpo mental y que la del poder de la atención por medio de la observación cuidadosa; pero si el que contesta sólo ha estado soñando, vagando su pensamiento de modo indeterminado, entonces ha malgastado su tiempo mucho más que si hubiese dirigido su energía hacia afuera. 
Esta distinción debe considerarse como limitando las anteriores observaciones; pues un hombre sumido profundamente en sus pensamientos, no observará los objetos pasajeros porque estará fijo en lo interior, y no en lo exterior. 
Los altamente desarrollados y los que lo estén sólo parcialmente, necesitan una educación distinta. 
Pero, ¿cuántos, entre los que no observan, están realmente "sumidos profundamente en sus pensamientos"? En la mente de la mayor parte todo lo que pasa es un vago mirar a cualquier imagen de pensamiento que pueda presentársele; una contemplación, sin objeto determinado, del contenido de su joyero o de sus armarios. 
Esto no es pensar, pues, pensar significa cómo hemos visto, el establecer relaciones, el añadir algo que no estuviera previamente presente. 
Al pensar, la atención del conocedor se dirige deliberadamente a imágenes de pensamiento, y trabaja activamente con ellas. 
El desarrollo, pues, del hábito de observación constituye una parte de la educación de la mente y los que lo practiquen encontrarán que la mente se esclarece, aumenta en poder y se hace más fácilmente manejable; de suerte que pueden dirigirla a un objeto dado mucho mejor que lo que podían hacer antes. Ahora bien, este poder de observación, una vez definidamente establecido, obra automáticamente registrando el cuerpo mental las imágenes, las cuales puede utilizar después si las necesita, sin exigir la atención de su dueño. 
Un caso muy trivial, pero significativo, de esta clase, puedo presentar como experiencia propia. 
Viajando yo en América se suscitó una cuestión acerca del número de la máquina de un tren, en el que habíamos viajado. Esto no fue en modo alguno un caso de clarividencia. 
El número se presentó instantáneamente en mi mente. 
Sin acción alguna consciente mía, la mente había observado y registrado el número al entrar el tren en la estación, y cuando se necesitó saberlo, la imagen mental del tren entrante, con el número en el frente de la máquina se me presentó en seguida. Esta facultad, una vez establecida, es muy útil, pues significa que cuando las cosas han estado pasando en torno de uno sin distraer en aquel momento la atención, se puede, sin embargo, recordarlas mirando el registro que el cuerpo mental había hecho de ellas por su propia cuenta. Esta actividad automática del cuerpo mental fuera de la actividad consciente de Siva, 
tiene efecto en todos nosotros de un modo más considerable que lo que pudiera suponerse; pues se ha visto que cuando una persona es hipnotizada, refiere muchos pequeños sucesos que le habían acaecido sin despertar su atención. 
Estas impresiones llegan al cuerpo mental por medio del cerebro, y se imprimen en éste lo mismo que en aquél. 
De este modo llegan al cuerpo mental muchas impresiones que no fueron suficientemente fuertes para penetrar en la conciencia, no porque la conciencia no pueda conocerlas, sino porque no está lo suficientemente despierta más que para registrar las impresiones más profundas. 
En el estado hipnótico, en el delirio, en los sueños físicos, cuando el Siva no está presente, el cerebro da de si estas impresiones, que generalmente están dominadas por las impresiones mucho más fuertes que el mismo Siva hace o recibe; pero si la mente se educa en observar y registrar, entonces el Siva puede recobrar de ellas las impresiones de que este modo se hayan hecho. 
Así si dos individuos pasan por una calle, uno de ellos educado en la observación y otro no, ambos pueden recibir un número de impresiones sin que ninguno de ellos se dé cuenta de las mismas en aquel momento; pero después el observador educado podrá recordar estas impresiones, al paso que el otro no. Como este poder depende del pensar con claridad, los que deseen cultivar y dominar el poder del pensamiento, harán bien en no descuidar el cultivo del hábito de observación y sacrificar el mero placer de vagar por donde quiera que la corriente de la fantasía pueda llevarlos.
LA EVOLUCION DE LAS FACULTADES MENTALES 
A medida que se acumulan imágenes, el trabajo del conocedor se hace más complicado y su actividad en ellas hace surgir un poder tras otro, inherentes a su naturaleza divina. 
Ya no acepta el Siva es la tercera persona del Trimurti india. Siva, o el Mahadeva., no sólo es el reproductor de las formas humanas, sinó también el principio fructificador, el poder generador que compenetra al Universo mundo externo, tan sólo en su simple relación con él mismo, como conteniendo objetos que son causa de placer o de dolor para él, sino que dispone unas al lado de otras las imágenes de los mismos, las estudia en sus diversos aspectos, les da vueltas y las vuelve a considerar. También principia a coordinar sus propias observaciones. Observa el orden de sucesión de las imágenes. 
Cuando unas dan lugar a otras; cuando una segunda imagen ha seguido a una primera muchas veces, principia a buscar la segunda cuando la primera se presenta, y de este modo las enlaza. Este es el primer paso hacia el razonamiento, y en este punto también tenemos la llamada hacia afuera de una facultad inherente. 
Arguye que A y B han aparecido siempre sucesivamente, y que, por tanto, cuando A aparece, B aparecerá también: 
Esa previsión, al comprobarse constantemente, le hace enlazadas como "causa" y "efecto", y muchos de sus primeros errores son debidos al establecimiento demasiado precipitado de esta relación. Por otra parte, poniendo las imágenes una al lado de la otra, observa su semejanza o desemejanza, y desarrolla la facultad de comparar. 
Elige una u otra como productora de placer, y mueve su cuerpo en el mundo externo en busca de ellas, desarrollando su juicio por estas selecciones y sus consecuencias. 
Desenvuelve un sentido de las proporciones en relación con la semejanza o desemejanza, y agrupa los objetos con arreglo a su mayor igualdad, o los separa según su mayor diferencia; en esto también comete muchos errores; por inducirle fácilmente a ellos las semejanzas superficiales, pero que luego corrige por observaciones posteriores. 
De este modo la observación, la distinción, la razón, la comparación, el juicio, se desenvuelven uno tras otro; son facultades que se desarrollan con la práctica, y así crece este aspecto del Yo como conocedor, por medio de la actividad de los pensamientos, por la acción y reacción, constantemente repetida y entrelazada entre el Yo y el No-Yo. 
Para apresurar la evolución de esas facultades, debemos ejercitarlas deliberada y conscientemente, usando las circunstancias de la vida diaria como oportunidades para desarrollarlas. 
Del mismo modo, como el poder de observación, según hemos visto ya, puede educarse en esta vida diaria, así también podemos acostumbrarnos a ver los puntos de parecido o de semejanza en los objetos que nos rodean; podemos sacar conclusiones y comprobarlas por medio de los sucesos; podemos comparar y juzgar, y todo esto conscientemente y con un objeto dado. 
El poder del pensamiento crece rápidamente con este ejercicio deliberado, y se convierte en una cosa que se maneja constantemente, porque se siente como una posesión definida. 

LA MEMORIA 
A fin de poder comprender claramente cuál es la causa de la "mala memoria", debemos examinar el proceso mental que construye lo que llamamos memoria. Aunque en muchos libros psicológicos se habla de la memoria como de una facultad mental, no existe realmente una facultad a la que se le pueda dar este nombre. La persistencia de una imagen mental no es debida a facultad especial alguna, sino que pertenece a la cualidad general de la mente; una mente débil, es débil en persistencia como en todo lo demás; y lo mismo que una substancia demasiado fluida no retiene la forma del molde en el que se la haya vertido, así pierde la forma que ha asumido. Cuando el cuerpo mental está poco organizado, cuando es un mero agregado de moléculas de materia mental, una masa a manera de nube sin mucha coherencia, la memoria será ciertamente débil. Pero esta debilidad es general, no especial; es común a toda la mente; y es debida a su  estado inferior de evolución. 
A medida que el cuerpo mental se organiza y funcionan en él los poderes de Siva, vemos, sin embargo, a menudo, lo que se llama "una mala memoria". Pero si observamos esta "mala memoria", veremos que no es deficiente en todos los aspectos, sino que hay algunas cosas que se recuerdan bien y que la mente retiene sin esfuerzo. 
Si luego examinamos estas cosas que se recuerdan, veremos que son aquellas que atraen con fuerza a la mente, que las cosas que gustan mucho no se olvidan. He conocido a una mujer que se quejaba de mala memoria respecto de asuntos de estudios, al paso que observé en ella una memoria muy retentiva acerca de detalles de un vestido que admiraba. 
A su cuerpo mental no le faltaba el poder retentivo y suficiente, y cuando observaba cuidadosa y atentamente y producía una imagen mental clara, éste tenía prolongada vida. 
En esto tenemos la clave de la "mala memoria". 
Es debida a falta de atención, a falta de observación exacta y, por tanto, a un pensamiento confuso. El pensamiento confuso es la impresión borrosa causada por la observación descuidada y la falta de atención, al paso que el pensamiento claro es la impresión bien marcada, debida a la atención concentrada y a la observación cuidadosa y exacta. 
No recordamos las cosas a las que prestamos poca atención; pero recordamos bien las cosas que nos interesan mucho. ¿ Como debe, pues, tratarse una "mala memoria"? Primeramente debe observarse las cosas respecto de las cuales es mala, y aquellas para la que es buena, a fin de calcular la cualidad general de adhesividad. Luego deben examinarse las cosas para las cuales es mala, a fin de ver si valen la pena de ser recordadas, y si son cosas que no nos importan. 
Si vemos que no nos importan, pero que en nuestros momentos mejores sentimos que deben interesarnos, entonces debemos decirnos: "Voy a fijarme en ellas, voy a observarlas con exactitud y voy a pensar en ellas cuidadosa y detenidamente". Haciendo esto vemos que nuestra memoria mejora, pues, como se ha dicho antes, la Memoria depende realmente de la atención, de la observación exacta y del pensamiento claro. 
Un objeto que atraiga es valioso para fijar la atención; si éste no está presente, su lugar debe reemplazarse por medio de la voluntad. En esto, como en todas las cosas, un pequeño ejercicio que se repita diariamente, es de mucho más efecto que un gran esfuerzo seguido, de un periodo de inacción. 
Debemos imponernos la pequeña tarea diaria de observar una cosa cuidadosamente, imaginándola en la mente con todos sus detalles, manteniendo la mente fija en ella durante un poco de tiempo, como puede fijarse el ojo físico en un objeto. 
Al siguiente día debemos evocar la imagen reproduciéndola con la mayor exactitud que se pueda, y luego comparada con el objeto y observar las inexactitudes. 
Si concedemos cinco minutos diarios a este ejercicio, observando alternativamente un objeto, imaginándolo luego en la mente y evocando la imagen al día siguiente y comparándola con el objeto, "mejoraremos nuestra memoria" muy rápidamente, al paso que estamos mejorando realmente nuestros poderes de observación, de atención, imaginación y de concentración; en una palabra: estaremos organizando el cuerpo mental y haciéndolo propio, mucho más rápidamente que lo hará la naturaleza sin ayuda, para desempeñar sus funciones de un modo efectivo y útil. 
Ningún hombre puede emprender un ejercicio como éste sin que le produzca efecto, y pronto tendrá la satisfacción de conocer que sus poderes han aumentado y que se hallan mucho más sujetos al dominio de la voluntad. 
Los medios artificiales para mejorar la memoria presentan las cosas a la mente en forma atractiva, o asocia con esa forma la cosa que hay que recordar. 
Si una persona percibe con facilidad, puede ayudar a una mala memoria formando una imagen y relacionando las cosas que quiere recordar con determinados puntos de la pintura. 
Otras personas, en quienes domina el poder auditivo, se acuerdan por medio de un ritmo o retintín, y, por ejemplo, construyen con una serie de fechas u otros hechos poco atractivos, versos que se "agarran a la mente". Pero mucho mejor que estos métodos es el racional que hemos descrito antes, con cuyo uso el cuerpo mental mejora su organización, se hace más coherente en sus materiales.
http://compartiendoluz2.blogspot.com.es/

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