miércoles, 3 de agosto de 2016

Telepatía y el Vehículo Etérico (Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul (Alice A. Bailey) CAPITULO XIII (SENSIBILIDAD TELEPATICA UN DESARROLLO NORMAL)



CAPITULO XIII 

SENSIBILIDAD TELEPATICA UN DESARROLLO NORMAL 
Habrán observado que no he dado instrucciones sobre el arte de desarrollar la sensibilidad telepática. 
La razón de ello, como ya lo he explicado, reside en que dicha sensibilidad debería ser, y siempre es, un desarrollo normal cuando el discípulo se halla correctamente orientado e íntegramente dedicado y está aprendiendo a descentralizarse. Si el proceso es forzado, entonces la sensibilidad desarrollada no es normal, acarreando grandes dificultades y peligros futuros. En lo que respecta al discípulo, el poder liberarse de la constante preocupación de las circunstancias y problemas personales lo conduce, inevitablemente, a la liberación mental, proporcionándole esas zonas de libre percepción mental que hacen posible la sensibilidad superior. 
Gradualmente, a medida que el discípulo adquiere verdadera libertad de pensamiento y el poder de ser receptivo a la impresión de la mente abstracta, acopia para sí una reserva de pensamientos que están a su disposición cuando necesita ayudar a otras personas y para su creciente servicio mundial. Más adelante, se hace sensible a la impresión de la Jerarquía. Al principio es puramente ashrámica, pero luego, cuando el discípulo es un Maestro, se trasforma en impresión jerárquica; entonces el Plan es la sustancia dinámica que suministra el contenido de la reserva de pensamiento de la cual él puede abastecerse. 
Esta afirmación es de única y excepcional importancia. Posteriormente, se sensibiliza a la impresión de Shamballa, y la cualidad de la Voluntad que complementa el Propósito planetario, se suma al contenido del conocimiento adquirido. Sin embargo, lo que trato de recalcar aquí es la existencia de una creciente reserva de pensamiento que el discípulo ha creado en respuesta a las distintas impresiones, a las cuales se hace cada vez más sensible; las ideas, conceptos y objetivos espirituales, de los cuales es cada vez más consciente, los va formulando constantemente en pensamientos con sus correspondientes formas mentales, aprendiendo así a abastecerse de ellos, a medida que trata de servir a sus semejantes. 
Así se encuentra en posesión de una reserva de sustancia mental resultante de su propia actividad mental y de su receptividad innata, lo cual le suministra material para la enseñanza y es "fuente de conocimiento", de la que puede extraer lo necesario para ayudar a otros. 
El punto esencial que se ha de captar es que la sensibilidad a la impresión constituye un desarrollo normal y natural, paralelo al desenvolvimiento espiritual. 
Les di una clave de todo el proceso cuando dije que "Sensibilidad a la impresión significa engendrar un aura magnética sobre la cual pueden actuar las impresiones más elevadas". 
Quisiera que reflexionaran profundamente sobre estas palabras. 
Cuando el discípulo comienza a demostrar la cualidad del alma y el segundo aspecto divino se posesiona de él, controlando y matizando toda su vida, entonces se desarrolla automáticamente la sensibilidad superior convirtiéndose en un imán para las ideas y conceptos espirituales; primero atrae a su campo de conciencia el delineamiento y, más tarde, los detalles del Plan jerárquico; llega así oportunamente a ser consciente del Propósito planetario cuyas impresiones no ha de buscar ni aprender a distinguir laboriosamente, tampoco ha de captar ni aferrarse a ellas. Se introducen en el campo de su conciencia porque él ha creado un aura magnética que las invoca en su mente y las atrae. 
Esta aura magnética comienza a formarse en cuanto se hace contacto con el alma; el aura se ahonda y expande a medida que estos contactos son más frecuentes, convirtiéndose finalmente en un estado habitual de conciencia; entonces se halla siempre y a voluntad en relación con su alma, el segundo aspecto divino. 
Esta aura constituye en realidad la reserva de la sustancia mental, de la cual puede depender espiritualmente. 
El punto de unión se encuentra en el plano mental. 
Entonces el discípulo no está controlado por la naturaleza astral, sino que trata de construir el Antakarana, por el cual pueden fluir las impresiones superiores; aprende a no disipar esta afluencia sino a acumular, dentro de su aura (aquello con lo que se ha circundado), el conocimiento y la sabiduría que considera necesarios para servir a sus semejantes. 
Un discípulo es un centro magnético de luz y conocimiento mientras mantiene su aura magnética en un estado de receptividad. 
Entonces invoca constantemente, en los niveles superiores, las impresiones que pueden ser evocadas y puestas en "actividad distribuidora" mediante lo inferior y aquello que demanda ayuda. Por lo tanto, a su debido tiempo, el discípulo se convierte en una diminuta analogía de la Jerarquía pues puede invocar a Shamballa y es fácilmente evocado por la demanda humana. 
Estos puntos merecen una cuidadosa consideración, pues involucran el reconocimiento elemental de puntos de tensión y su consiguiente expansión en auras o zonas magnéticas, capaces de invocación y evocación. Estas zonas de sensibilidad abarcan tres etapas, sobre las cuales no tengo intención de extenderme. 1. Sensibilidad a la impresión de otros seres humanos, útil para prestar servicio cuando, la necesaria aura magnética esencial ha sido engendrada y puesta bajo control científico. 
2. Sensibilidad a la impresión grupal el paso de las ideas, de un grupo a otro. El discípulo puede convertirse en agente receptor del grupo del cual forma parte, y esta capacidad indica progreso. 
3. Sensibilidad a las impresiones jerárquicas, que llegan al discípulo, primeramente, por el antakarana y, luego, de toda la Jerarquía, cuando él ha alcanzado algunas de las iniciaciones superiores. Esto indica la capacidad de registrar impresiones de Shamballa. Sería de valor considerar ahora tres puntos que se refieren a la sensibilidad a la impresión, a la construcción de la reserva de pensamiento resultante y la consiguiente respuesta a las demandas invocadoras. 
Estos tres puntos son: 
 1. Proceso de Registro. 
 2. Proceso de Registro de Interpretaciones. 
 3. Proceso de Respuesta Invocadora Resultante.
Quisiera recordarles que el aura que cada uno ha creado alrededor del núcleo central del "yo o alma en encarnación", es un fragmento de la super alma una, que trae el ser a la manifestación. 
Esta aura, como bien saben, está compuesta de las emanaciones del cuerpo etérico, y éste, a su vez, encarna tres tipos de energía, de los cuales cada uno es individualmente responsable. Estos tres tipos (cuando se asocian a la energía de prana que compone los vehículos etéricos) son: 
1. El aura de la salud, que es esencialmente física. 
2. El aura astral, que por lo general es el factor más predominante, amplio y controlador. 
3. El aura mental, que en la mayoría de los casos es relativamente pequeña, pero se desarrolla rápidamente cuando el discípulo emprende conscientemente su propio desarrollo o cuando la personalidad está polarizada en el plano mental. Finalmente llegará el momento en que el aura mental eliminará (si puedo emplear este término inadecuado) al aura emocional o astral, entonces la cualidad egoica de amor creará un sustituto, a fin de que la necesaria sensibilidad no desaparezca totalmente, sino que sea de naturaleza más elevada y aguda. 
En esta triple aura (o mejor dicho, cuádruple, si contamos el vehículo etérico) todo individuo vive, se mueve y tiene su ser; esta aura vital es el agente que registra las impresiones objetivas y subjetivas. 
El Yo interno debe controlar y utilizar a este "agente de respuesta sensitiva" a fin de registrar las impresiones y dirigir las impresiones etéricas o mentales hacia el mundo de los hombres. 
La impresión astral es completamente egoísta y personal, y aunque puede afectar al medio ambiente del hombre, no está dirigida como las energías registradas. 
Esta aura es responsable de los efectos que una persona produce sobre otra; las palabras no producen reacciones, aún suponiendo que sean el reflejo de sus reacciones y pensamientos, pero, en realidad, son generalmente expresiones de sus deseos emocionales. 
Por lo tanto, todos poseemos un mecanismo subjetivo que es el verdadero y perfecto reflejo de nuestro propio grado de evolución. 
Ésta es el aura que un Maestro observa y también el factor más importante en la vida del discípulo. 
La luz del alma dentro del aura y la condición de los distintos aspectos del aura indican si el discípulo está acercándose o no al Sendero del Discipulado. 
Puede comprobarse con exactitud el progreso del aspirante, a medida que su mente se clarifica y su reacción a las emociones es menos frecuente. 
Debe distinguir muy bien entre lo que es cuerpo astral y mental y lo que ellos emanan. 
Lo que se denomina cuerpo es de naturaleza sustancial; el aura es esencialmente irradiante y se extiende en todas direcciones desde el vehículo sustancial. 
Esto hay que tenerlo muy en cuenta. El problema que tiene el aspirante, a medida que "engendra" su aura magnética, es cómo retraerse él mismo y así disminuir la extensión y el poder de su aura astral y expandir y acrecentar la potencia de su aura mental. Debe recordarse que la mayoría de los aspirantes están polarizados en la naturaleza astral y, por consiguiente, su problema consiste en lograr una polarización distinta y enfocarse en el plano mental. 
Esto toma mucho tiempo y gran esfuerzo. 
Como lo mencioné anteriormente, la irradiación del alma, presente hasta ese momento, sustituye a la actividad emocional del aspirante; en realidad, esta emanación es una irradiación de los pétalos de amor del loto egoico.
Cuando el aspirante comienza a trabajar conscientemente en su propio desenvolvimiento y a considerar y a manejar su aura, pasa por tres etapas de progreso en el Sendero de Retorno, que son: 
1. La etapa donde descubre la potencia y la cualidad de su aura astral. Debido a que ésta es (en el actual segundo sistema solar) la cualidad del amor, distorsionada por la naturaleza astral, el desarrollo de la sensibilidad emocional es muy intenso y de una fuerza casi sobrenatural, siendo mucho más fuerte que su cuerpo y orientación mentales. 
2. La etapa en que el vehículo mental aumenta su potencia y produce una radiación mental tan fuerte, que domina y controla al aura astral. 
3. La etapa donde el alma expresa su naturaleza esencial de amor y comienza a esparcir su radiación en el aura astral por medio del cuerpo astral. 
Eventualmente, la sensibilidad del amor subsistirá a la sensibilidad emocional y al deseo. 
Los aspirantes pueden hallarse en estas tres etapas de sensibilidad. 
Durante la segunda iniciación, llega un momento en que el alma del iniciado entra en actividad y la fuerza fundamental si puedo emplear este término sumerge la naturaleza astral, vitalizando e inspirando al cuerpo astral, cambiando temporariamente la cualidad del aura astral y estableciendo un control que conduce finalmente a la sustitución ya mencionada. 
Este aspecto de la verdad contiene la doctrina de la "expiación vicaria" doctrina lastimosamente tergiversada por la teología cristiana. 
 Ahora vamos a considerar los temas ya mencionados: "Proceso de Registro", "Proceso de Registro de Interpretaciones", y "Proceso de Respuesta Invocadora Resultante". 
Hay que tener presente que expongo reglas generales y no estoy considerando lo ideal ni lo indeseable; las fuentes de impresión varían a medida que progresa el discípulo, aunque la fuente mayor y más amplia siempre incluye a las menores. 
El hecho de que un hombre sea sensible a la impresión jerárquica en su aura mental, no impedirá que en su naturaleza astral sea sensible a la demanda invocadora y emotiva de los seres humanos. Ambos son de suma utilidad si el discípulo procura relacionarlos. Deben recordar esto. 
La capacidad para interpretar las impresiones registradas, se adquiere a medida que el aura mental se desarrolla bajo la influencia de la "mente mantenida firme en la luz del alma"; el discípulo aprende que toda verdad registrada es susceptible de innumerables interpretaciones y que ellas se revelan, con más claridad, a medida que pasa una iniciación tras otra y desarrolla la respuesta consciente. 
La capacidad para invocar se manifiesta vida tras vida, e involucra la invocación de la respuesta consciente del ánima mundi o del alma subconsciente de todas las cosas, como también de la conciencia humana y del contacto superconsciente del mundo. 
Esta capacidad se desarrolla a medida que el estudiante recorre el Sendero del Discipulado, hallando con frecuencia en las primeras etapas mucha confusión, psiquismo astral y falsas interpretaciones. No debe preocuparse demasiado, pues todo lo que se requiere es experiencia, que se adquiere por medio del experimento y su expresión en la vida diaria. 
En ningún caso, el conocido axioma de que se aprende a través de un sistema de prueba y de error, ha sido tan aplicable como en la vida y experiencia del discípulo en probación. 
Cuando llega a ser un discípulo aceptado, disminuye el número de errores, aunque las pruebas (o sea, el empleo experimental de las numerosas y distintas energías) sean muchas y por lo tanto abarquen un campo más amplio de actividades. 
El Proceso de Registro se fundamenta en lo que podría denominarse: acercamiento invocador desde una extensa zona de posibles contactos. 
El discípulo tiene que aprender a diferenciar entre los numerosos impactos que llegan a su aura sensible. 
En las etapas iniciales la mayoría de los impactos son registrados inconscientemente, aunque el registro sea agudo y exacto, sin embargo el objetivo consiste en registrar conscientemente; esto se efectúa manteniendo con constancia y firmeza la actitud del Observador, que se desarrolla obteniendo el desapego –el desapego del Observador, de todos los deseos y ansias que conciernen al yo separado. 
Es evidente que el empleo de la palabra "observador" comprende el concepto de dualidad y la consiguiente separación. 
En este caso, el móvil que motiva la observación no es el propio interés sino la determinación de depurar el aura, de manera que registre sólo aquello que sea iluminador y esté relacionado con el Plan divino, lo cual sería de beneficio para la humanidad y, por lo tanto, para la creación de un nuevo servidor dentro de los Ashramas de la Jerarquía. 
Algunos psicólogos dividen la conciencia del hombre en subconsciente, consciente o autoconsciente y superconsciente, 
lo cual es de valor aquí Sin embargo debe recordarse que el discípulo se convierte, ante todo, en un ente humano verdaderamente consciente, desarrollando así la verdadera conciencia del yo. 
Esto lo hace discriminando entre el yo inferior y el yo superior y procurando que su aura magnética sea sensible a un aspecto de sí mismo que hasta ese momento no había sido el factor controlador. 
Desde ese punto comienza a registrar impresiones con gran claridad y precisión. Por lo general, en las primeras etapas, el único deseo del discípulo es registrar impresiones de la Jerarquía, prefiriéndolas a las impresiones de su propia alma o de los factores humanos que lo rodean, sus semejantes, o el medio ambiente y las circunstancias que éstos crean. 
Anhela lo que podríamos denominar la "impresión vertical". Este móvil, por ser en gran parte autocentrismo, hace que el discípulo se introduzca introspectivamente en sí mismo, siendo ésta la etapa en que muchos aspirantes se convierten en prisioneros, hablando en sentido astral, porque registran en su aura magnética las múltiples formas mentales motivadas astralmente por lo que ellos creen, esperan y suponen que les impartirá la "impresión vertical". 
Establecen fácilmente contacto con las contrapartes astrales de los mundos superiores que están reflejados (por lo tanto, distorsionados) en el plano astral; allí se registra un mundo de espejismo formado por los deseos erróneos y egoístas y los pensamientos ansiosos de los devotos bien intencionados. 
No es necesario que me extienda sobre esto. 
Todos los discípulos en alguna etapa de su entrenamiento tienen que abrirse camino a través de este aspecto del espejismo, y al hacerlo, depuran e intensifican el aura magnética, clarificando simultáneamente el mundo astral que los circunda, con el que están en contacto. 
También aprenden que el anhelo de registrar impresiones jerárquicas debe trocarse en el anhelo de poner a disposición de la humanidad su aura magnética; entonces aprenden a registrar la necesidad humana y a comprender dónde es posible ayudar y servir a sus semejantes. 
Mediante este registro consciente de las demandas invocadoras que proceden del mundo de los contactos horizontales, el aura magnética del discípulo se libera de las formas mentales que lo obstaculizan y absorben, como también de los deseos, aspiraciones y anhelos que hasta ahora le han impedido registrar correctamente.
El discípulo deja de crearlas, y las formas mentales creadas se desvanecen o atrofian por falta de atención. 
Posteriormente, cuando el discípulo en probación se convierte en discípulo aceptado y se le permite participar en actividades ashrámicas, entonces agrega a ello la capacidad de registrar la impresión jerárquica; sin embargo, podrá hacerlo después que ha aprendido a registrar la impresión que le llega de su propia alma (impresión vertical) y la del mundo circundante de los hombres (impresión horizontal). 
Cuando ha obtenido ciertas iniciaciones importantes, su aura magnética será capaz de registrar impresiones provenientes de los reinos subhumanos de la naturaleza. 
Finalmente, cuando se convierte en un Maestro de Sabiduría y, por lo tanto, en un miembro del quinto reino de la naturaleza, su aura magnética recibirá la impresión horizontal del mundo de la vida y actividad jerárquicas; la impresión vertical la recibirá en los niveles superiores de la Tríada espiritual, y por último de Shamballa. 
Entonces la humanidad será para él lo que los reinos subhumanos fueron para el cuarto reino, el humano, cuando constituía el campo de su impresión horizontal registrada. 
Aquí está claramente revelado el verdadero significado de la Cruz de la Humanidad. Registrar no es un fenómeno fuera de lo común. 
Las personas sensibles reciben constantes impresiones desde algún nivel de conciencia, y son receptivas a éstas de acuerdo al nivel de conciencia en que normalmente actúan; los médium, por ejemplo, son excesivamente propensos a recibir impresiones de niveles etéricos o astrales; lo mismo sucede con la vasta mayoría de los psíquicos astrales, cuyo número es legión. 
Las impresiones (concretas, abstractas o de naturaleza más excelsa) que proceden de los planos mentales, impresionan las mentes de los que han logrado un enfoque verdadero en el plano mental. 
Los científicos, místicos, matemáticos, estudiantes esotéricos, aspirantes y discípulos, educadores y humanistas y todos aquellos que aman a sus semejantes, son sensibles a tales impresiones, y una de las necesidades principales del discípulo consiste en desarrollar una adecuada sensibilidad a la impresión y contacto ashrámico. 
Entonces deja de pertenecer al grupo de los sensitivos mentales ya enumerados. 
El problema que ahora consideraré es más profundo y concierne a la interpretación y al correcto y claro registro de la impresión, siendo esto mucho más difícil. 
El individuo que recibe la impresión debe conocer el origen de la misma, ha de ser capaz de vincularla a alguna demanda, información, rectificación, instrucción o distribución de energía; ha de poder percibir con claridad en qué aspecto del mecanismo de registro (la mente, el cuerpo astral, el cuerpo de energía o el cerebro) ha hecho impacto la impresión impartida y registrada. 
Una de las cosas más difíciles para el discípulo aspirante y el estudiante esotérico es llegar a registrar, directamente en el cerebro, impresiones desde la Tríada espiritual (y luego desde la Mónada) vía el Antakarana.
Dicha impresión debe descender directamente desde los niveles mentales hasta el cerebro, evitando todo contacto con el cuerpo astral; sólo en la medida en que se consiga este descenso directo, estará libre de error la impresión recibida, y no estará viciada por algún complejo emocional, puesto que el nivel astral de conciencia es el gran desfigurador de la verdad esencial. 
Las impresiones que llegan del Ashrama o de la Tríada espiritual (único tipo de impresiones de las cuales me ocupo) pasan a través de tres etapas:
1. La etapa de registro mental. La claridad y precisión de este registro dependerá de la condición del canal de recepción, el antakarana; por extraño que parezca, interviene en ello cierto elemento tiempo, no el tiempo que se conoce en el plano físico, lo cual es sólo el registro, por el cerebro, de los "acontecimientos" pasajeros, sino la analogía mental superior del tiempo. 
De esto no puedo ocuparme porque es un tema demasiado profundo, ya que el tiempo, en este sentido, está relacionado con la distancia, el descenso, el enfoque y el poder de registrar. 2. La etapa de recepción cerebral. 
La precisión de esta recepción depende de la calidad de las células cerebrales, de la polarización del pensador en el centro de la cabeza y de la liberación de las células cerebrales de todas las impresiones emotivas. 
Aquí reside la dificultad, y el aspirante receptor o el pensador enfocado es emocionalmente consciente del descenso de la impresión superior y del consiguiente esclarecimiento del tema de su reflexión. 
No obstante, ha de ser registrado por un vehículo astral perfectamente pasivo, y en ello reside uno de los objetivos principales de la verdadera meditación. 
3. La etapa de la interpretación reconocida. 
Etapa excesivamente difícil. 
La interpretación depende de muchos factores: el acervo cultural, el grado logrado en la evolución, el acercamiento místico u ocultista del discípulo al centro de la verdad, su emancipación del psiquismo inferior, su humildad esencial 
(que desempeña un papel preponderante en la verdadera comprensión), su descentralización de la personalidad. 
En realidad, el carácter del individuo se halla totalmente involucrado en el importante proceso de correcta interpretación. 
En esta fase de la impresión, el tema de los SIMBOLOS está necesariamente implicado. 
Todas las impresiones deben ser interpretadas y traducidas en símbolos, por medio de la palabra o por representaciones pictóricas; el aspirante no puede evitar esto, pues es en el empleo de las palabras (es innecesario decir que son símbolos) donde está propenso a cometer errores. 
Son el medio por el cual la impresión registrada es impartida a la conciencia cerebral, por ejemplo, la percepción en el plano físico que tiene el discípulo, hace posible la comprensión práctica de las ideas abstractas o de esos aspectos del Sendero que le corresponde comprender y enseñar. 
No es necesario extenderme sobre este tema. 
El verdadero discípulo siempre es consciente de la posibilidad de cometer errores, de las intromisiones psíquicas y de las tergiversaciones; sabe muy bien que la verdadera y efectiva interpretación de la impresión impartida depende, en gran parte, de la pureza del canal de recepción y de la emancipación de todos los aspectos del psiquismo inferior, algo que muy a menudo se olvida. 
Un espeso velo de formas mentales concretas puede también distorsionar la verdadera interpretación como así también la intervención astral; la enseñanza en el Sendero y la impresión espiritual pueden ser interferidas desde el plano astral por el espejismo o las ideas concretas y separatistas emanantes de los niveles mentales. 
En este caso se puede decir "que la mente es el matador de lo real". Hay un significado hondamente esotérico en las palabras "una mente abierta" siendo tan esencial para la verdadera interpretación como lo es el liberarse del psiquismo y del espejismo del plano astral. 
Se evidencia claramente aquí la necesidad de obtener el verdadero alineamiento, de modo que se forme un canal directo por el cual la impresión (dirigida por alguna fuente más elevada que la personalidad) pueda descender al cerebro. 
Al principio el canal y el alineamiento deben ser establecidos entre el cerebro y el alma; esto involucra los tres aspectos de la personalidad el cuerpo etérico, el vehículo astral y la naturaleza mental; fundamentalmente, este proceso de alineamiento deberá ser emprendido y desarrollado en el Sendero de Probación, y llevado a una condición de verdadera y superior efectividad en las primeras etapas del Sendero del Discipulado. Después, a medida que el discípulo construye conscientemente el antakarana y es parte activa del Ashrama, aprende (al practicar el alineamiento) a trascender dos aspectos de sí mismo que hasta entonces eran de gran importancia: 
el vehículo astral y el cuerpo egoico o causal. 
El cuerpo astral es trascendido antes de la cuarta iniciación, el cuerpo egoico antes de la quinta; todo el proceso de "trascender" lleva mucho tiempo y tiene que realizarlo con intensidad; primero, enfocándose en la naturaleza emotiva mediante la discriminación consciente y, finalmente, en la naturaleza egoica inspirada por la Tríada espiritual, que eventualmente sustituye al alma. 
Todo esto abarcará numerosas encarnaciones, porque el registro y la interpretación de las impresiones superiores es una ciencia fundamentalmente esotérica y requiere mucho estudio y práctica para perfeccionarlos. 
 A medida que se desarrollan gradualmente los dos procesos, la tercera etapa, automáticamente, llega a ser más efectiva. 
La impresión recibida e interpretada produce cambios fundamentales en la vida y en la conciencia del aspirante, sobre todo en su orientación. 
Así llega a ser un centro evocador e invocador de energía. 
Lo que ha recibido a través del canal de alineamiento, se convierte en un poderoso factor para invocar una nueva corriente de impresiones superiores, haciéndolo también evocador en el plano físico, de manera que el aura magnética que ha engendrado llega a ser cada vez más sensible a las impresiones espirituales afluyentes y, en forma cada vez más amplia, se hace también sensible a aquello que evoca de su medio ambiente físico y de la humanidad, trasformándose en una usina central que está en contacto con la Jerarquía y distribuyendo la energía recibida (en respuesta a la demanda evocadora y a las necesidades de la humanidad). 
Así se convierte en un "receptor de luz" de iluminación espiritual y en un distribuidor de luz en todos los ámbitos lúgubres del mundo y en los corazones humanos. 
Por lo tanto, es un centro invocador y evocador utilizado por la Jerarquía, en los tres mundos de la evolución humana.
http://compartiendoluz2.blogspot.com.es/

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