jueves, 13 de octubre de 2016

Alegria de Vivir (Sanaya Roman) Capitulo 15º


CAPÍTULO 15 
La libertad es tu derecho 
La libertad es un sentimiento interno. 
Es la capacidad para elegir lo que deseas. 
Es el reconocimiento de que tú eres el capitán del barco. 
La libertad es saber que eres el dueño de tu propia vida, que eres el que está a cargo de todo. 
La libertad es esencial para la alegría, pues allí donde te sientas atrapado o donde se te haya privado de tus derechos, no puedes experimentar alegría. La libertad es importante para llevar la luz de tu alma a la conciencia. 
Vives en un planeta de libre albedrío, donde aprendes acerca de acción y reacción, causa y efecto. 
La realidad terrenal se basa en la elección. 
No importa cuál sea la situación que experimentes en tu vida, tanto si piensas que tienes libertad como si no, tú eres el único que ha elegido encontrarse en esa situación. 
Aprendes por el método de prueba y error. 
No te acuses a ti mismo o a los demás por las elecciones que han tomado, pues tú siempre creces por medio de las reacciones y efectos de tus propias acciones. 
En esta tierra-escuela del libre albedrío que llamáis vida, hay muchas lecciones y muchos desafíos sobre la libertad. 
Los únicos límites a la libertad son los que te impones tú mismo ¿Cómo perdiste tu sentido de gozosa libertad, que es tu derecho de nacimiento? Cuando eras un niño hubo muchas exigencias y expectativas depositadas en ti, a pesar de lo cual un niño tiene mucha más libertad de la que parece. 
Un niño es libre de responder de formas nuevas, de aprender y crecer sin ideas preconcebidas, de examinar las cosas desde una perspectiva fresca, de tomar cada experiencia por lo que es y no categorizar o analizar basándose en la experiencia pasada. 
Un niño tiene libertad, sobre todo en los primeros años de su vida, para formarse opiniones basadas no en las ideas del pasado, sino en reacciones naturales. 
A medida que el niño crece, algunos sentimientos de libertad se pierden en el proceso de desarrollar la mente. 
La mente empieza a buscar pautas, empieza a hacer asociaciones y a conectar cosas que serían mejor entendidas como acontecimientos independientes. 
Cuando ocurre algo, la mente empieza a buscar en todas las demás cosas de naturaleza similar, exagerando a menudo lo negativo al comparar la situación con los recuerdos del pasado. De niño, tomaste fuertes decisiones. 
Una mujer que a menudo sintió miedo de apoyar su trabajo creativo descubrió que cuando era una niña alguien había ridiculizado una imagen que había pintado. 
A partir de entonces sintió temor de mostrar su trabajo creativo a los demás. Empezó a ocultar sus dibujos y finalmente se sintió mal con cada esfuerzo creativo que emprendía. 
Llegó a tener miedo de afirmar su poder. 
Identificó nuevas experiencias con aquella otra antigua y de ese modo congeló los grados de elección que tenía disponibles en circunstancias nuevas, aunque similares. 
Eso la condujo a una pérdida de libertad: ya no era libre para elegir su respuesta a su propio poder y creatividad. 
Los niños toman decisiones constantes y permanentes sobre la naturaleza de la realidad. 
Otra mujer descubrió que le resultaba muy difícil hablar sobre aquellas cosas en las que realmente creía. 
Se dio cuenta entonces de que, cuando era una niña, en una situación en la que estaba haciendo un pastel con su tía, había sido agudamente regañada por un comentario que hizo. 
En ese mismo momento tomó la decisión de que, para ser querida por los demás, tenía que guardarse sus opiniones para sí misma. En situaciones futuras, funcionó de acuerdo con esa premisa. 
Eso la privó de su libertad para responder con espontaneidad y para considerar cada situación como una experiencia nueva. Llegó a sentir miedo de hablar, y se sentía intimidada cuando se trataba de expresar una opinión que otros podrían haber desafiado. La libertad es tu derecho de nacimiento. 
Pertenece a todos. 
Ahora podrías decir que no eres libre en tal o cual aspecto de tu vida, que no tienes libertad para dejar tu trabajo, para viajar por el mundo o para hacer lo que deseas. 
Eres libre... en la misma medida en que crees que eres libre. Para crear más libertad en tu vida, no te fijes en los aspectos en los que no tienes libertad; mira aquellas otras áreas en las que has creado libertad Quizá tengas libertad para estar fuera de casa, hasta altas horas de la noche, si así lo deseas, o libertad para comprar en la tienda la comida que deseas. 
Para tener más libertad mira qué libertades reclamas ya como derecho. Sentir pena por ti mismo a causa de tu falta de libertad te sitúa en el papel de víctima. 
Cada vez que te experimentas a ti mismo en ese papel, no eres poderoso. En lugar de eso, mira aquellos aspectos en los que has elegido no ser la víctima de otra persona o circunstancia. Todos vosotros habéis creado libertad en muchos aspectos de vuestras vidas. Puedes ver que te has dado a ti mismo muchas libertades, que valoras en mucho y que no permitirías que nadie te arrebatara. 
¿Qué ocurre con esos aspectos de tu vida en los que otros exigen de ti más de lo que estás dispuesto a dar? Quizá deseen más tiempo, energía, amor o atención. 
Es posible que te lo exijan de tal modo que sientas una pérdida de libertad. Si eso sucede en tu vida, intenta preguntarte si una parte de ti desea más tiempo y atención de otra parte de ti mismo de la que estás dispuesto a conceder. 
Cualquier cosa que tengas la sensación de que te la está quitando otra persona es el símbolo de algo que te estás quitando a ti mismo. 
Si tienes la sensación de que otros exigen de ti más atención de la que puedes darles, o que te plantean exigencias que no puedes y no eliges satisfacer, pregúntate:¿Hay una parte de mí que me plantea exigencias que no pueden quedar satisfechas por otra parte? Las otras personas actúan como espejos para mostrarte algo de lo que te haces tú a ti mismo. 
En este caso, puedes preguntar: ¿Estoy quitándome de algún modo algo a mí mismo, al no prestar suficiente atención a mis propias necesidades? Puedes empezar por ver cuáles son esas necesidades y por decidir que les prestarás la debida atención. En un caso, un hombre sintió que su novia le exigía demasiado en forma de tiempo y espacio. 
Disfrutaba con las muchas horas que se pasaba trabajando a solas, mientras que la necesidad de compañía de ella era mucho mayor que la de él. Al empezar a examinar las demandas que ella le planteaba para que le dedicara más atención, se dio cuenta de que durante todas sus largas horas de trabajo no prestaba atención a sí mismo y a sus propias y más grandes necesidades. Descubrió que no prestaba atención a su yo superior, que deseaba dormir, descansar y recibir más atención. En lugar de eso, trabajaba largas y agotadoras horas, ignoraba sus necesidades físicas y las necesidades de otras partes de sí mismo. La mujer, que sentía que no se le daba la atención y el tiempo que necesitaba recibir de este hombre empezó a considerar esto como un mensaje interior. 
Tenía la sensación de que no jugaban ni pasaban juntos un tiempo lleno de calidad. Al reflexionar más profundamente, se dio cuenta de que ella misma no se concedía ese tiempo de mayor calidad, de que se pasaba todo el día yendo de un lado a otro precipitadamente, respondiendo a las necesidades de los demás, y de que no se permitía a sí misma jugar y divertirse más. Todo aquello de lo que acusaba a su pareja, porque no se lo ofrecía, era algo que ella no se ofrecía a sí misma. 
La libertad es algo que creas por ti mismo. 
No es algo que se te ofrezca o se te pueda quitar. 
Puedes elegir entregarlo, o no reclamarlo, pero los demás no te lo pueden quitar. Sólo tú puedes ofrecerlo. 
Hay muchos aspectos de libertad en tu vida que sabes que nadie sería capaz de quitarte. 
Quizá tienes un lugar favorito donde comer y te sientes libre por comer en ese sitio. Sabes en lo más profundo de ti mismo que nadie podría impedírtelo. Quizá tengas la libertad de ver un programa favorito en la televisión, y sabes que nadie te lo impedirá. En esas situaciones, quizá observes que nadie intenta detenerte. Enviar al universo un mensaje definitivo y claro, raras veces tienes que luchar por lo que deseas ¿Alguna vez has ensayado algo por adelantado, has tenido una idea muy clara acerca de lo que deseabas, y luego has descubierto que ni siquiera tenías necesidad de pedirlo? 
En la mayoría de los casos, luchar por conseguir lo que deseas se produce cuando no estás seguro de que merezcas tenerlo. Muchos de los que trabajáis tenéis la sensación de no ser libres, de que de uno u otro modo habéis renunciado a vuestra libertad durante las horas de trabajo. 
La libertad es una actitud. 
Para experimentar libertad en esta situación quizá sea necesario observar la imagen más amplia. ¿Por qué haces este trabajo? Si es por el dinero, recuerda que tú mismo elegiste libremente realizar este trabajo para ganar dinero, y que eres libre en todo momento para encontrar otra forma de ganar dinero. Puedes crear un sentido de libertad de un momento a otro al darte cuenta de que eres libre para responder, actuar y sentir de cualquier modo que elijas. 
Eres libre para hablar y actuar dentro de la estructura de tu trabajo. Siempre hay un cierto nivel de libertad en todo aquello que haces. Observa en qué aspectos eres libre. 
Céntrate en esa libertad y ésta aumentará en tu vida. 
La mayor barrera que se opone a la libertad se encuentra en lo que piensas del mundo. La falta de libertad no procede de las demás personas, sino de tus propios procesos de pensamiento. Muchos de vosotros renunciáis a vuestra libertad al no permitiros elegir cómo queréis que sea vuestra reacción ante una situación dada. 
Por ejemplo, digamos que tu amigo siempre te critica, y que tú siempre respondes mostrándote dolido y enojado. 
Puedes recuperar la libertad al encontrar nuevas formas de reaccionar. Quizá puedas decir: «Oh, este amigo mío simplemente no conoce una forma mejor de reaccionar». 
O bien: «Quizá este amigo mío es muy crítico consigo mismo y sólo me critica a mí porque ésa es la forma en que se habla a sí mismo». Puedes elegir considerar las cosas desde la compasión y no tomártelas personalmente. 
Puedes elegir permanecer centrado y equilibrado, incluso cuando no permanecen así quienes te rodean. 
Esa es la libertad definitiva, la libertad de elegir cómo responderás y serás, la de actuar de un modo que eleve tu energía. La mayoría de la gente responde de formas habituales, en lugar de dedicarse a examinar sus respuestas. 
Deberías darte cuenta de que puedes elegir cómo quieres reaccionar y responder a todo lo que hay en el universo. Cuando alguien tiene plazos que cumplir empieza a darse prisa, a precipitarlo todo en su vida. 
Otras personas responden perdiendo el tiempo, vacilando y terminando las cosas en el último momento. 
Otras responden con depresión, con la sensación de que la tarea que tienen que cumplir es abrumadora, mientras su voz interna les dice que nunca podrán cumplirla. 
Sois libres para elegir; ¿quieres reaccionar ante algo de una forma que te haga sentir infeliz o a disgusto contigo mismo, o prefieres reaccionar de una forma que promocione tu valor propio y tu autoestima? 
Otras personas te responden según les dicten sus programas y creencias. El poder procede del hecho de saber que tú puedes elegir. No necesitas cambiar a las demás personas, lo que necesitas es cambiar tu forma de reaccionar ante ellas. 
Al elegir sentirte bien, no eres dependiente de los demás, no dependes de que ellos actúen de una manera determinada para que tú te sientas bien. Antes de que puedas atraer a personas capaces de apoyarte, apreciarte y reconocerte, tienes que elegir hacer eso por ti mismo. 
El grado en que te apoyas y te reconoces a ti mismo será el grado en que recibirás apoyo Cada vez que eliges sentirte a gusto contigo mismo, incluso cuando alguien te critica, te rebaja, o actúa de una forma ante la que solías responder con dolor, estás eligiendo la alegría. 
Y cada vez que lo haces así creas libertad en tu vida. 
Eres libre de tener que depender de que otras personas reaccionen de una forma determinada para sentirte feliz. 
Eres libre de tus propias expectativas. 
Frecuentemente, la sensación de dolor procede del hecho de sentirte atrapado por los detalles, en lugar de contemplar la imagen más amplia. 
Por ejemplo, una mujer se sintió muy desilusionada con su novio cuando éste no le trajo flores. Tenía en su mente la imagen de que recibir flores significaba ser amada. 
Cada vez que pensaba que él no le había traído flores, se sentía dolida. No era libre para elegir la alegría debido a sus propias imágenes internas. Cuando empezó a contemplar la verdad y la imagen más amplia, se dio cuenta de que ese hombre la amaba profundamente, estaba muy entregado a ella y no consideraba que el regalarle flores fuera una demostración de su amor. 
Al observar todas las cosas buenas que había entre ellos, la mujer se dio cuenta de que se había dejado atrapar en sus propias expectativas, de que había elegido el dolor arrastrada por la fuerza de la costumbre. 
Para tener libertad hay que estar dispuesto a ofrecer libertad No puedes poseer a otra persona, ni puedes tener una relación de igualdad cuando privas de libertad a otro. 
Todas las personas tienen el derecho a hacer aquello que más las haga sentirse vivas y orientadas hacia el crecimiento. Muchas personas tienen que abandonar relaciones porque no se les ofrece en ellas la libertad que necesitan para crecer. 
Algunas se sienten amenazadas por la necesidad de libertad que hay en su pareja. Interpretan la exigencia de libertad como un alejamiento, en lugar de como un intento del otro por buscar su propio yo superior. Irónicamente, cuanto más libertad das a los demás, tanto más querrán estar contigo. ¿Exiges a los demás cosas que no desearías que ellos te exigieran a ti? ¿Esperas que te informen, que vivan de acuerdo con tus propias expectativas, y que estén ahí siempre que tú lo necesites? 
Sea cual fuere el grado de libertad del que privas a los demás, ése es el grado de libertad del que te privas a ti mismo. Imagínate a un prisionero sentado en una celda, con un guardia que tiene que vigilarlo durante las veinticuatro horas al día. 
La cuestión que se plantea aquí es: ¿quién es realmente el prisionero, el guardián o el detenido? Si tienes la sensación de que debes vigilar continuamente a los demás, de que no puedes confiar en ellos o darles libertad, te encuentras tan atrapado como ellos. 
Muchos de vosotros perdéis vuestra libertad porque guardáis tan estrechamente esas cosas que no deseáis que os las quiten a vosotros. Quizá te dediques a vigilar a tu pareja, tus posesiones, tus hijos o familia y lo hagas de tal modo que dedicas más tiempo a protegerlos que a buscar tu propio crecimiento. 
Si experimentas celos, eso se basa a menudo en el temor de que otros estén dando algo a alguien que no te están dando a ti. 
Si observas y examinas el tema, suele tratarse de algo que no te estás dando tú a ti mismo. Si sientes celos por el hecho de que tu pareja dé atención a otra persona y deseas recortar su libertad para que no pueda hacerlo así, vuelve a considerar la cuestión. Es muy posible que tu yo superior no esté recibiendo por tu parte la atención que exige. 
Los celos privan de libertad a las dos personas que intervienen en el proceso, la que siente celos y la que está siendo poseída. 
Si te concedes a ti mismo lo que necesitas, ya sea atención, amor o alguna otra cosa, no experimentarás celos. 
Descubrirás que puedes obtener satisfacción de muchas otras fuentes, y no sólo de la persona a la que amas. 
Los celos implican escasez, quieren decir que no hay suficiente. La libertad, en cambio, implica abundancia, y quiere decir que hay suficiente. Determina ahora qué dará libertad a todo aquel que esté cerca de ti Deja que los demás comenten sus propias equivocaciones y descubran sus propias alegrías. 
Te garantizo que en cualquier momento que decidas dar libertad a los demás, ellos se volverán hacia ti todavía con mayor amor y respeto. 
Para dar a los otros su libertad se necesita ser una persona centrada, equilibrada y segura. Eso es un gran don para los demás y para ti mismo, pues el prisionero ya no necesita de ningún guardián y, por lo tanto, el carcelero es libre. 
Eres libre cuando eliges cómo deseas responder. 
Si eliges reaccionar con alegría y placer, si eliges reaccionar viendo lo positivo, haciéndote lo correcto a ti mismo, antes que lo incorrecto, entonces has ganado la libertad definitiva, la libertad de ser y de actuar de una forma que refleje tu más profunda verdad. La libertad es tu derecho 
HOJA DE JUEGO 
1. Haz una lista de por lo menos tres aspectos en los que te permitas libertad. 
2. ¿Hay algún aspecto de tu vida en el que no te sientas libre? Por ejemplo: no tengo libertad para volver a la escuela. 
3. ¿Crees que es posible que pudieras tener libertad en esos aspectos de tu vida? Si fuera posible, concédete a ti mismo permiso para tener libertad en esos aspectos. 
Es posible que esa libertad tarde un tiempo en aparecer en tu vida cotidiana, pero la libertad tiene que empezar siempre por el pensamiento de la misma. Transforma cada una de las afirmaciones que se han hecho anteriormente en una afirmación positiva relativa a aquellos aspectos en los que sientas que la libertad es posible. 
Por ejemplo: ahora soy libre para volver a la escuela.
http://compartiendoluz2.blogspot.com.es/

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